A los lejos, sobre las alturas, una maraña de grúas rompe en mil pedazos los rayos del sol. En los techos de altos edificios, las estructuras metálicas se mueven de un lugar a otro para completar su tarea.
Abajo, a los costados de anchas avenidas pulcras y con escasos vehículos, la sucesión interminable de departamentos, centros comerciales y hoteles de gran lujo dan la sensación de estar sobre una urbe con años cargados a cuesta.
En una zona desértica del noroeste de China, con paciencia y millones de dólares en los bolsillos, se erigió de la nada una ciudad para un millón de personas, una ciudad construida ladrillo sobre ladrillo en tierras áridas.
En la cuenca de Qinwangchuan, no sólo se levantaron edificios, hospitales, escuelas, hoteles, centros comerciales y una zona industrial, sino hasta lagos completos y un ejército de hombres y mujeres que serán la nueva fuerza laboral.
Y todo para crear una de las regiones que a la postre será una de las potencias económicas del país asiático. Y lo será como una ciudad inteligente, con un sistema sofisticado de videovigilancia, con sistemas de identificación facial y servicios urbanos automatizados que ya operan.
Sin límites
En la provincia de Gansu, su capital Lanzhou había llegado a su límite de crecimiento y entonces el gobierno de la República Popular de China decidió construir – a cien kilómetros de distancia- una Nueva Lanzhou, empezarla de cero en mil 744 kilómetros. Y construirla sin habitantes, en espera de la llegada de ellos y de las más de 600 industrias y empresas que se tienen contemplado se instalen en la nueva urbe que comenzó a edificarse en el 2012.
A siete años de distancia, el integrante del Departamento de Comunicación del Comité del Trabajo del Partido Comunista en la Nueva Lanzhou, Hao Hai Feng sonríe tímidamente cuando se le cuestiona que parece una locura construir una ciudad de la nada.
«La ciudad antigua de Lanzhou se encuentra en una situación geográfica no tan favorable, tiene un río y dos montañas y no es tan abierta como acá», justifica.
Con una inversión, hasta ahora, de cien mil millones de yuanes (15 mil millones de dólares), lograron construir una parte de su ciudad en 246 kilómetros cuadrados, donde habitan 320 mil personas, los fundadores de la Nueva Lanzhou, la quinta zona económica a nivel estatal en el noroeste de China.
«Hay dos razones», explica con pasividad el funcionario, «la primera es que Lanzahou ocupa un lugar estratégico: se ubica en el centro geográfico de China y está muy cerca de Asia Central lo que facilita su servicio logístico».
Y la segunda, agrega, China experimenta una transformación de industria, así que muchas se trasladan al oeste y centro del país.
La Nueva Área de Lanzhou (como oficialmente se le conoce) cuenta con 197 calles y autopistas, 42 líneas de transporte, 56 guarderías, 44 escuelas secundarias, 6 hospitales y siete lagos artificiales creados con agua subterránea, de lluvia y transportada de un río cercano.
Por las noches, una franja de la ciudad luce radiante, con anuncios luminosos sobre tiendas, restaurantes, centros comerciales y hoteles, con personas -en su mayoría trabajadores y estudiantes- caminando las nuevas avenidas.
Texto y fotos: Édgar Ávila Pérez