Carolina Gómez Macfarland
Con la boca llena de uvas
Cada fin de año, los propósitos o deseos para el nuevo ciclo, no se hacen esperar, y nos atragantamos con las uvas porque los últimos segundos no alcanzan para identificarlos con claridad. Una uva, un deseo (si es que te dio tiempo de pensar) y te ahogas.
La cosa es que ni son 12, y solo tenemos en mente algunas cosas que nos han preocupado y que queremos cambiar. ¿Las han contado? Yo creo que no superan los 5 deseos, y siempre son los mismos.
Creemos que es magia y que con solo desear o “decretar” algo, se cumplirá. El punto es, que ni con toda esa actitud positiva, ni con toda la energía, los anhelos se harán realidad.
En primer lugar, porque sucede algo importante, no tenemos claro lo que queremos o necesitamos. Y ahí, está el problema. No podemos decretar sin antes revisar, identificar y reflexionar lo que en realidad deseamos.
Los propósitos no se cumplen, porque no están tan claros. ¿Quieres adelgazar? Pues entonces es preciso reconocer que la comida tiene un significado importante, y que no se tratará de comer menos, sino de asistirse de un especialista y saber en realidad cuántos kilos necesito pesar para estar sano.
¿Quieres ganar más dinero? ¿Sabes cuánto necesitas y en qué tiempo? El dinero no caerá del cielo, y si tampoco sabes para qué lo quieres ni qué hacer para obtenerlo, menos llegará a tus manos. Es necesario entonces tener claro qué, y sobre todo cómo lograr los propósitos o proyectos.
Es decir, es preciso hacer una lista de esas cosas que en realidad nos interesan, esas con las que siempre soñamos, observando cada detalle, para que nuestras acciones, lleguen justo a ese punto.
Después, será necesario hacer un plan, pero uno que incluya todos los pasos a seguir para llegar a esas metas. Es importante identificar cada detalle para que podamos entrar en acción. Pues imagínense que una de esas mañanas, se levantan muy motivados y con tanta energía que quieren salir a comerse el mundo, y luego qué, nada pasará si no saben qué hacer primero.
Amigos, nos guste o no, cada uno de nuestros propósitos de año nuevo, requieren una forzosa introspección, una reflexión acerca de nuestras reales necesidades, para darnos cuenta que tal vez, el camino que andamos, no sea el indicado, o que lo que deseábamos, tampoco era lo que nos importaba, y que seguramente es buen momento para comenzar algo diferente, algo que nos invite a estar en contacto con nosotros mismos y descubrir de lo que somos capaces.
Pues a fuerza de trabajo y entrega, y haciendo lo que nos apasiona, no habrá otra opción que lograr nuestros objetivos. Créanme, vale la pena.
Y recuerden siempre que, todo saldrá bien al final, y si las cosas no están bien, entonces todavía no es el final.