Carolina Gómez Macfarland
ME MIRAN…LUEGO EXISTO
Un poco de filosofía en nuestra vida. ¿Quién necesito ser para sentir que existo?
De alguna manera necesitamos desempeñar roles todo el tiempo para poder relacionarnos con los demás. Algunos más que otros claro, pero siempre representamos personajes que nos ayuden a resolver alguna situación, satisfacer una necesidad o a dejar algo a la sociedad.
Somos padres, somos amigos, somos profesionistas, somos líderes, somos hijos, somos hermanos y así, según se den las circunstancias. Nada de qué preocuparse. No es ser hipócrita, es sólo desempeñar un papel que precisa ser personificado dependiendo del tema o persona con la que hagamos contacto, del que aprendemos y tenga íntima relación con nuestras cualidades esenciales.
Sin embargo, muchas veces nos quedamos siendo uno solo, nos apropiamos de esa máscara o personaje porque es la única manera en la que creemos que seremos tomados en cuenta, un rol que nos permite ser reconocidos, uno que tal vez nos dé un estatus o un sentido a nuestra existencia.
No todas las personas pueden adecuarse a las situaciones cotidianas, no encuentran más que una postura o forma de ser que les hace sentir seguros y con un objetivo en la vida.
Cuando las mujeres desempeñamos el rol de madres, por ejemplo, debemos atender a nuestros hijos, atender sus necesidades porque es una obligación cuando de los pequeños se trata. Y aunque a veces, nos lleva, créanme ¡muchas horas del día!, no somos solo eso, y creemos que sí.
De tal manera que, si no somos necesitadas en cada minuto, entramos en conflicto, porque olvidamos nuestros proyectos, y que inevitablemente llegará el momento en que los hijos crezcan y ya no nos necesiten tanto.
Lo mismo pasa cuando se obtiene un título, soy abogado siempre, donde y cuando sea, y exijo ese reconocimiento a cada momento, soy médico y pasa lo mismo, somos amigos y de igual manera no reconocemos límites. Y así, puede seguir una larga lista de roles o máscaras que parecen encarnarse y apropiarse de nuestra vida.
Lo cierto es que, el ser humano es mucho más que eso, y la pregunta es ¿quién soy sin un título? ¿quién soy sino es ser madre o padre? ¿Quién soy si no me siento necesitado o mirado por los demás? No es fingir algo que no somos, es aprender de cada postura o rol, porque si lo desempeñamos, es que algo tenemos de eso, es que poseemos cualidades que nos identifican con él.
Siempre seremos seres humanos dignos de ser amados o respetados por el solo hecho de existir, por el solo hecho de ser e interactuar, y por el solo hecho de estar en este mundo.
No hay situación en la que no desempeñemos un rol. El secreto tal vez esté en que seamos congruentes con lo que somos, con nuestra esencia.
Solo así descubriremos, las cualidades y habilidades de las que fuimos dotados para resolver cualquier situación que se presente, además de tener la confianza de que podemos aportar cosas valiosas a la humanidad.
¿No es ese el verdadero propósito de vivir?
“Y RECUERDEN, TODO SALDRÁ BIEN AL FINAL. Y SI LAS COSAS NO ESTÁN BIEN, ENTONCES, TODAVÍA NO ES EL FINAL”.