Una ciudad desierta y otras más en alerta son las imágenes que han puesto a China en los ojos del mundo por un motivo distinto a su crecimiento económico. El país, con más de mil 400 millones de habitantes, según datos de su Oficina Nacional de Estadísticas, se ha paralizado ante el coronavirus (Covid-2019), un enemigo que ha puesto a prueba todos sus recursos y experiencia para atender problemas de salud pública.
“La epidemia del coronavirus es un demonio y no podemos permitir que se esconda”, dijo el presidente Xi Jinping hace unas semanas, en un discurso donde quedaba claro que la Comisión Nacional de Salud china pondría toda su energía en detener esta “extraña neumonía” sobre la cual se tiene tan poca información, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tardó más de 40 días en ponerle un nombre oficial.
El combate al coronavirus desde el frente chino
El embajador chino en México, Zhu Qingqiao, explicó que en 31 regiones administrativas se activaron los protocolos de emergencia, que implican la cancelación de eventos públicos, el monitoreo de la temperatura corporal y la instauración de una administración “semicerrada” en las comunidades.
Restricciones y consecuencias
Las autoridades chinas y los gobiernos de todo el mundo sostienen la idea de que tanto las consecuencias del coronavirus como el resultado de las medidas preventivas son aspectos impredecibles de la epidemia. El Departamento de Salud y de Servicios Sociales de los Estados Unidos (HHS, por sus siglas en inglés) fue muy enfático la semana pasada en plantear que el mundo debe prepararse para el peor escenario.
Con información de Notimex
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