La crisis del COVID-19 generó otras crisis: la económica, la social, la de salud mental, y hasta afectó a las mascotas.
El comercio es uno de los sectores económicos que resintió una caída brutal de sus ingresos, por lo que el saldo es dramático.
La industria manufacturera ha podido resistir un poco más los embates de la inacción, porque ha podido reanudar actividades desde el segundo cuatrimestre del año pasado, y aunque aparentemente trabaja al 30% en algunas entidades, la verdad es que sigue operando casi en su totalidad.
Pero esta semana, con la escasez de gas, la industria tuvo que paralizarse parcialmente.
Audi de México informó ayer que derivado de las complicaciones en el abasto del combustible desde Estados Unidos «… continúa trabajando con el objetivo de retomar su ritmo productivo a la brevedad. Por lo tanto, el tercer turno del jueves 18 de febrero, se llevará a cabo de acuerdo al plan de producción».
Esto después de que el miércoles entrara a un esquema de paro técnico en su planta de San José Chiapa ante la falta de suministro de gas natural para sus procesos de producción, según documentó mi compañero Julio Morales. Incluso, «ajustará su calendario de producción 2021 para proteger los puestos en el ensamble de su camioneta Audi Q5″.
Y en el comercio, en 2020 se perdieron en Puebla 39 mil 200 empleos, y tan sólo en enero 2021 causaron baja 4 mil 30 personas.
Si la tendencia se mantiene, el desempleo en el sector llegará a más de 48 mil trabajadores a diciembre de este año, lo cual sería una catástrofe, según la preocupación que me compartió el presidente de la Canaco, Toño Prosperi.
Aguas con la economía, con COVID-19 o sin él, esto se puede descontrolar.
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