IDIOMA…“No se les llama alumnos porque no son entes vacíos, ni contenedores para llenar. El vocablo alumno significaría en realidad ‘sin luz’ o, metafóricamente, sin la luz del conocimiento. Por eso les llamamos Aprendientes (sic), estudiantes, discípulos, porque tienen luz, interactúan, comparten, se retroalimentan.” Este texto se lo atribuyeron en un supuesto tuit de la Universidad Politécnica de Amozoc al secretario de educación, doctor Melitón Lozano. De no ser apócrifo, Melitón está en lo cierto en lo de llamarlos estudiantes, discípulos, e incluso Aprendientes (resic), aunque este terminajo no deja de ser un innecesario invento del Nuevo Modelo Educativo, que se va por las ramas y no por los tallos o la raíz de la educación. Pero en el caso de “alumno”, ahí sí que alguien engaño al doctor Melitón, o él se engañó, pues la palabra “alumno” nada tiene que ver con luz. Si hemos de hacerle caso al filólogo Guido Gómez de Silva, deja claro en su Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española que “alumno” proviene del latín “alumnus”, que significa “niño de pecho, hijo adoptivo”, de la raíz “alere”, que significa “alimentar”. Por consiguiente, es correctísimo decirle “alumno” a un “alumno”, porque metafóricamente está vacío de conocimiento y necesita ser alimentado con él, igual que se nutre a un niño en proceso de crecimiento vía la alimentación. No en balde la expresión latina “alma mater” se usa para referirse a una institución o persona con nutre de saber, pues en latín dicha frase significa “madre nutricia”. Por otro lado, no es posible formar la palabra “alumno” a partir de dos raíces de distinta etimología, en este caso “a”, que significa “no”, pero es griego, y “luminare”, que es latina y significa “alumbrar” o “dar luz”. Conclusión, es perfectamente válido llamar “alumno” al “alumno”, porque hay que alimentarlo y nutrirlo con conocimientos.
PODER… A propósito de alumnos, fui a dar una conferencia hace algunos años a una escuela de Molcaxac, y cuál no sería mi sorpresa cuando apenas dejar Huaquechula me topé con un retén. No precisamente de delincuentes, pero casi. Y es que dos adolescentes con no muy amistosa cara, extendían una cadena para detener los vehículos y pedir un “apoyo” a sus conductores porque estaban tapando los baches con arena. Más adelante, otro retén. Al menos fueron tres, con el mismo modus operandi. Pues bien, ahora tocó el turno a Cuesta Blanca, junta auxiliar del municipio de Palmar de Bravo, cuyo presidente municipal es Hilario Vicente Martínez Alcántara, nada menos que de MORENA, partido al cual flaco favor le hace si tolera esto. Y es que tras visitar mi tierra, de vuelta hacia Puebla atravesé Cuesta Blanca para tomar la autopista y me topé con 4 retenes 4: uno al entrar a la población, dos hacia el centro, y el último a la salida; en tres de ellos niños no tan niños sostenían sendas cuerdas y pedían su “calaverita”, y en el cuarto un grupo de adolescentes, con el pretexto de bailar disfrazados de catrín, catrina y calaca, también pedían dinero, obstruyendo el paso igual con una cuerda. Vaya problema educativo el de estos niños y adolescentes, que sin duda están siendo solapados por las autoridades y están aprendiendo que se obtiene dinero fácil bloqueando los caminos y carreteras con cuerdas o cadenas para, sin trabajar, exigir a los conductores de vehículos un pago. Con razón esta zona está considerada como de riesgo. Y es que imagínese nadamás que algún conductor molesto no se detenga y arrastre la cuerda junto con algún niño… Lo más seguro es que no salga del pueblo. Cuidado… Gracias.
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Lic. en Letras españolas, escritor, ha publicado 37 libros y dictado alrededor de 600 conferencias; además, ha sido catedrático de las universidades Autónoma de Puebla, Pedagógica Nacional, y Realística de México, y fue Director de Cultura del Ayuntamiento de Puebla, así como Subsecretario de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla.