Ese niño que llevamos dentro…y siempre nos referimos a él,como si cada momento estuviera alegre, divertido y ajeno a cualquier sufrimiento. Lo espontáneo, lo mágico, lo hermoso.
Sin embargo, ¿qué es lo que en realidad pasa dentro de nosotros con aquel pequeño que fuimos alguna vez y que no supo procesar, salvo un poco con sus limitadas herramientas, eventos impactantes, confusos, o perturbadores?
¿Habrá resuelto todo eso? ¿Habrá entendido su historia y la habrá acomodado correctamente? ¿Así, solito?
Nada es claro, la respuesta puede ser afirmativa en algunos casos y en otros probablemente no.
En teoría, al crecer debiéramos ir solucionando y entendiendo situaciones que han sucedido muy cerca nuestro, generalmente dentro de nuestra familia. Pero no siempre es así, pues aprendimos también otras creencias que nos dicen que nuestro sistema es el mejor, que una familia es todo amor y que nuestros padres y sus relaciones son únicas y perfectas, que debemos seguir los mandatos, costumbres y creencias que han dejado huella desde nuestros ancestros hasta nuestros días.
Y todo esto enreda más la situación, y termina por opacar nuestras reales necesidades. El niño que ha sufrido, se ha asustado, se ha escondido, aún sigue ahí. Encapsulamos esas dolorosasexperiencias y vivimos con ellas, intentando crecer, sobrevivir y solucionar los problemas emergentes de la vida cotidiana.
Crecer en años, no significa que se crezca en emociones, no significa que se nos hayan regalado la madurez, la paciencia, la congruencia, solo porque alguien así lo ha expresado.
El desarrollo y fortalecimiento integral de un ser humano, se trabaja, y es un proceso que en sí mismo representa ya un dolor.Pero uno que nos obliga a observar de cerca todo aquello que quedó muy bien guardado, para que, en ese momento, pudiéramos seguir con nuestros proyectos.
A veces porque nos hemos cansado de cargar todos aquellos sacos donde escondimos las cosas más feas que nos habían pasado, y otra porque conscientemente hemos querido esconderlas, con el único fin de evitar enfrentar el gran trabajo y sufrimiento que nos llevaría acomodarlas.
Y bueno,conscientes o no, las cosas y las experiencias pasadas, las experiencias vividas desde la mirada aun inmadura, indefensa y asustadiza de un niño, no se han resuelto todavía y se dejan escuchar de muchas maneras, a través de máscaras que esconden el dolor y el enojo, por medio de trastornos mentales, enfermedades físicas, problemas para concebir, problemas para manejar y eliminar adicciones, obesidad, entre otras tantas que ya conocemos.
Pero entonces, qué podemos hacer. ¿Dejar en el pasado? Imposible, las cosas no se olvidan, ahí están, recordando que necesitan ser vistas. ¿Perdonando? Y quién sabe qué significa esa palabra. Porque es un término más que escuchado y confuso, y que nadie ha sabido explicar con claridad. Un término que se queda en la nada, generandola ilusión divina de que,gracias a un milagro, todo se acomodará solo. Entonces, no servirá de mucho si no tenemos claro qué es en realidad perdonar, y menos porque de intentar hacerlo, todo resultará seguramente en un proceso también largo y doloroso.
No es tan sencillo, sin embargo, sí es posible trabajar con ese pequeño niño que vive aun dentro de nosotros. Es posible escucharle y seguramente dar un poco de aquello que necesita.
Ya hemos vivido algunos años y tenido experiencias agradables, experiencias donde aun cuando las cosas no salen como esperamos, hemos podido encontrar una solución, encontrado personas buenas y amorosas que nos han ayudado a entender de formas diversas, las vicisitudes de la vida.
Hemos, a través de estos años de vida, aprendido mucho más de lo que imaginábamos, y entonces hemos podido abrir nuestro panorama y tener más opciones para solucionar un solo problema, por más grande o pequeño que este haya sido.
Por otro lado, con lo poco o mucho que recibimos en la infancia, pudimos desarrollar otras habilidades y entonces, convertirnos en personas con un pensamiento o razonamiento más lógico, con nuestra propia filosofía de vida y otras herramientas que nos han servido para manejar lo más adecuadamente posible, nuestra vida cotidiana.
Tal vez, también hemos aprendido de nuestros hijos, compañeros de vida y trabajo, y todo esto, sin importar el momento, puede ayudarnos entonces, a sanar el corazón de aquel pequeño niño que se esconde y desconoce lo bueno que también la vida le puede dar.
Recursos tenemos, y muchos, pero miedos también, pues qué pasará cuando se abra la puerta y lo veamosahí de frente, mirándonosintrigado, y tal vez asustado, tal vez ni nos reconozca. Qué sentiremos al verlo. Y esos miedos pueden por un momento nublar la idea de que ahora soy yo quien puede cuidarle. De que ahora soy yo quien tiene el mando y los recursos necesarios para ayudarle a salir y disfrutar de todo lo que hay fuera.
Este miedo, este niño que vive ahí, todos lo tenemos. Se quedó encapsulado, se quedó sin poder crecer, sin molestar, en silencio para dejarnos vivir, sin embargo, ahora ya es tiempode regresar a buscarlo.
¿Qué podríamos hacerentonces por él? ¿Qué es lo que puede necesitar? ¿lo sabemos?
Por supuesto que sí. Y es entonces cuando será el momento ideal para hablarle desde nuestra incipiente sabiduría y desde el amor.
Parece absurdo, pero es posible y hasta necesario tener este encuentro.Su corazón, es nuestro corazón, y nadie más que nosotros podemos y sabemos que necesita y cómo ayudarle.
Ya no está solo ni desprotegido, conocerá la parte hermosa de la vida y tendrá la certeza de que aun cuando las cosas no salgan bien, o como las quisiera, siempre existe la posibilidad de decidir qué hacer y continuar su camino.
Así que, tengamos claro, que el niño que llevamos dentro sigue ahí, nos necesita y nos espera y con toda su humildad y nobleza, sabrá esperar el momento en que lleguemos para abrazarlo.
Y de esta manera, tendremos la oportunidad de crecer, mejorar y convertirnos en aquellas personas sabias, plenas y congruentes que siempre hemos soñado ser. Abracemos nuestro corazón de niño.
Y RECUERDEN, TODO SALDRÁ BIEN AL FINAL, Y SI LAS COSAS NO ESTÁN BIEN, ENTONCES, TODAVÍA NO ES EL FINAL.