La vida, conviviendo, en sociedad debe partir de una premisa básica, fundamental, todos somos libres e iguales en dignidad y derechos. Y por ello, nos debemos respeto. Las autoridades y el gobierno deben cuidar que exista respeto a las libertades y a los derechos de todas las personas, tanto entre los mismos ciudadanos como entre la autoridad y el gobernado.
Uno de los muchos derechos de los que tenemos las personas es el derecho a manifestar ideas, opiniones, creencias, lo que podemos hacer en nuestra casa como en espacios públicos y, por ello, es válido reunirse para intercambiar esas expresiones del pensamiento. Si la reunión es masiva en áreas públicas, sólo debe ser pacifica y sin violencia.
Las manifestaciones de grupos sociales en marchas son una manera de comunicación entre ese grupo con la sociedad y, primordialmente, con el gobierno; una de las formas de hacer política, intercambiando opiniones diferentes e ideas inmiscuidas en la vida de la comunidad. De ahí que las autoridades deben poner especial interés a las razones que sustentan una manifestación pública, debido a que ellos gobiernan para toda la sociedad incluidos los disidentes.
Es válido felicitar a las personas que públicamente entablan una comunicación con las autoridades respecto a un tema de preocupación social porque ellos están haciendo una expresión clara y precisa de su inconformidad y más importante aún es respetar sus opiniones, aunque sean distintas a las mías. Este fin de semana observamos que en diferentes ciudades se manifestó un sector social, sin importar lo poco o los muchos que asistieron, lo cierto es que se pusieron de acuerdo para realizar marchas en diferentes lugares del país.
Sin embargo, hay un gran sector social que no opina, que no participa. En ese sentido, ¿aquellos que guardan silencio consienten los actos objeto del diferendo? es decir, ¿deben las autoridades y sus seguidores considerar que están de acuerdo con ellos?
La respuesta lógica y obvia es NO. El orden social debe asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, por ello, el silencio no puede considerarse como afirmativa ficta, ya que el silencio no es consentimiento.
La sociedad debe preocuparse no sólo de aquellos quienes marchan y expresan abiertamente sus opiniones sino de aquellos que conservan un silencio o inacción en los temas inherentes a la vida política, porque no han sido oídos públicamente o debido a que no están informados (la ignorancia es un vicio de la voluntad), por lo que deben ser invitados a participar en el ejercicio efectivo de sus derechos para con el cumplimiento de los deberes con la comunidad. Esa es la gran tarea.
Todavía hay mucho por hacer en el ámbito de participación política de la comunidad, sin desdeñar a quienes opinan diferente, todos debemos tomar nota de las manifestaciones masivas para atender las necesidades de los muchos y de los pocos, pues las minorías también son México.