Marco Alejandro Ramírez M.
Boris Vian escribía cuentos tan geniales que Jean Paul Sartre lo invitó a colaborar en su revista literaria. Otro filósofo que también quedó impresionado con la creatividad de Boris fue Albert Camus que lo animó a escribir críticas de jazz en el periódico que coordinaba.
Boris era francés y fue considerado un polímata. Eso significa que podía dominar a la perfección diferentes áreas del conocimiento. Con suma naturalidad podía ejercer como pianista, ingeniero, periodista, traductor, dramaturgo y por supuesto escritor.
Su sello distintivo fue el surrealismo, el cuento fantástico y la novela negra. Incluso escribió novela gótica norteamericana sin haber conocido jamás Estados Unidos.
La recepción de sus obras, naturalmente, fue un desastre, no solo en su natal Francia sino en toda Europa, pues instaba a los jóvenes a desertar de la milicia, -un acto antipatriota condenado durante la Posguerra-. Por eso fue acusado de atentar contra las buenas costumbres y sus increíbles historias empezaron a prohibirse. Basta recordar el genial título de su primera y más controvertida novela, “Escupiré sobre vuestras tumbas”.
Odiado por unos, alabado por otros, resultaba innegable su creatividad y su tono exquisito para narrar. Con sus letras había sorprendido a los filósofos, pero dejaría impresionados también a los grandes genios de la música experimental con algunas composiciones de piano y trompeta que él mismo compuso. No solo se ganó el respeto sino la amistad de Miles Davis, Duke Ellington y Charlie Parker a quienes impulsó fuertemente pues Boris llegaría a convertirse en Director Artístico del sello Phillips y estuvo a cargo de crear los catálogos con los mejores músicos de aquel incipiente género llamado Jazz. De no haber sido incluidos en esos catálogos quien sabe si la fama de estos astros del Jazz hubiera sido la misma. Nunca lo sabremos.
La vida de Boris Vian fue tan rica de experiencias que no le bastó con tener solo una. Tuvo al menos treinta Alter egos y cada uno era tan distinto del otro. El lenguaje no le era suficiente y creo palabras nuevas para describir sensaciones únicas. Su obra está plagada de neologismos. Todo lo que hizo en su(s) vida(s) estuvo impregnado por la pasión. Perteneció a ese selecto grupo de personas multi task que aparecen cada cierto tiempo y son tan irrepetibles y maravillosas que hasta para decir adiós son especiales. Boris Vian, murió en una sala de cine cuando se estrenaba la adaptación de su primera novela.
Decía Vian que nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge la posibilidad de cambio, hay que cambiar y mantenerse en balance entre el contraste de las tragedias y los triunfos. Pues solo en el contraste se encuentra la riqueza de la vida.
Años después, cuando su refinada literatura había sido casi olvidada, uno de sus cuentos se convertiría en canción, los integrantes de la banda La Unión recrearon la historia de Lobo Hombre en París. La historia de un lobo voyeurista, amante de los automóviles, que cierta noche de luna llena sorprende a un mago llamado Sian en medio de un escarceo amoroso, éste se incómoda por el coitus interruptus y muerde al pobre licántropo quien quedará condenado a convertirse en una terrible bestia llamada humano.
El hipnótico sonido del bajo de Luis Bolín sería el corpus del tema y el sencillo se convirtió en disco de oro en España y rescató del olvido al autor francés.
Y como si se tratara de una historia surrealista, el bajista y último eslabón del grupo, trajo consigo los últimos ecos de su banda -y las letras de Boris Vian- a la ciudad de Puebla, en una inusual noche de luna llena de un bisiesto 29 de febrero en que mi hermano y yo cumplimos el sueño de entonar las letras de Vian con música de la Unión.

L.C.C. Marco Alejandro Ramírez Medina
Maestría en Pedagogía por la Upaep
Ganador del concurso nacional de cuento histórico por la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos
Catedrático de Comunicación en la Escuela Militar de Sargentos
Profesor nivel Bachillerato
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