Derivado de la exhibición de la ley mordaza contra medios electrónicos y radioeléctricos, una serie de infortunios asolan a la tetranstornación. Destaca, junto con lo desmedido e inútil de la caprichosa ley, pues será necesariamente imposible de aplicar a cabalidad, el acecho del pasado. De entre los múltiples eventos que definieron al año 1994 (desde Ruanda a Sudáfrica, amén de la guachafería chiapaneca), quedó la consciencia de que no se podía parar la información. Así el mando militar francocanadiense en Ruanda alertó semanas antes sobre lo que preparaba el “Hutu Power” con el respaldo de Francia y el desinterés de los Estados Unidos (metidos a desmembrar Yugoslavia). El casi millón de víctimas a machete y palo sigue definiendo no sólo las guerras del África Ecuatorial sino el poder de la enajenación entre las masas.
Para el caso mexicano, uno de los lugares comunes, en derredor del cliché y monumento a Perogrullo, rezaba que a la primera rebelión de la era del internet le caracterizaba el ser incontenible comunicativamente. Los cercos convencionales de prensa y medios electrónicos vendidos habían perdido esa capacidad. Así, las vergonzantes exhibiciones del 68 se contrastaban con el irrefrenable poder de una guerrilla sin capacidad militar, pero con toda la potencia del chantaje de su lado. Lo que es más, su vocero pidió un boicot contra Televisa. Correctamente identificó a esa empresa como parte de los aparatos ideológicos del Estado. Suyo era y es el manejo de las taras nacionales que van desde las producciones de telenovelas y estereotipos de “carácter nacional” en términos clasi-racistas y de-gener-ados, hasta los montajes informativos y el peor de todos: “las mañanitas a la virgen”. Para entonces no se podría pensar en un peor personaje que un priista que le iba al América, siendo guadalupano y enajenado por esa empresa (hoy devaluado con Sanjuditas y morena). De inicio, muchos hicimos eco al “Subcomediante” pero pocos nos pudimos mantener. Fuese por la falta de alternativas (PAN y TvAzteca probarían que sí se puede empeorar) o el simple gusto por la porquería, pero la mayoría, comenzando por Sebastián Guillen Vicente, alías Marcos, regresaron a la basura.
De ahí que sea hilarante que ahora los puestos en cuatro defiendan a la empresa ante la balconeada de una de sus exempleadas. Si alguien ha servido como veleta desde ese fatídico año es Aristegui. Aupada por otro periodista (“groomer”) pretendería “romper techos de cristal”, dedicándose al oficio de merolica. Vende todo tipo de cortinas de humo, entreteniendo a universitarios sin capacidad para encontrar información corroborable por su cuenta. Ella les ha dicho qué pasa, cómo pensar y quiénes son los buenos y malos en cada coyuntura. Ciertamente, puede uno encontrar solaz al pensar que sólo los subnormales profundos caen en ofertas tan bajas, pero “son legión.” Idéntica a la que sigue “la casa de los babosos” y las tendencias de moda y belleza. Televisa es, tal y como lo declarase uno de sus dueños, la empresa que domestica a los mexicanos por ser este “un país de jodidos”. De ahí que sea predecible que no sólo Záldivar, el abyecto, sino AMLO y Sheinbaum armen campañas tanto para el ataque como para el enaltecimiento de personas y acciones; en una palabra, que como los priistas de antaño gobiernen desde ella. Simplemente, siguen siendo hartos nacos condicionados pavlovianamente como pa’darlos por perdidos.
No hay escándalo posible ni en lo que hace Televisa con morena, como tampoco que todos cambien de caballo como de calzones. La misma empresa que armó montajes con Calderón y su convicto supertira, ahora lo hace con la presidentA y el júnior puercazo. Todo ello era parte del “costumbrismo” hasta que se apareció Zedillo. Dotado de una inteligencia y entrenamiento inusual, aún entre los tecnócratas, el expresidente polito se había mantenido presa de la omertà durante los sexenios del prianismo de concertacesiones. Independientemente de que su juicio es certero, y ha sido avanzado por muchos otros, que sea él quien diga que el propósito de AMLO es, ha sido y será el regreso a lo más rancio y jodido del autoritarismo arrabalero de militares asesinos, políticos venales y empresarios embarrados pone de cabeza al gabinete y encargada de despacho. No sólo comparten a varios secretarios, tampoco hay diferencias de fondo en el uso del aparato público, pero lo innegable es que con él el vaso se estaba llenando y ahora se está vaciando. Nunca hay vasos medio llenos o vacíos, y sí podemos saber qué está pasando con ellos. Así, desmantelando el andamiaje institucional que permitió aspirar a formas racionales de rendición de cuentas, como sustitutos de normalidad democrática, se ha pasado del intento de orden por abrazar al crimen. Cínicos como son todos en la clase política, nos ofrecen ahora otra lección del gatopardo: “para que todo siga igual, todo debe cambiar”. Y sí. No sólo quienes no pueden pagar alternativas de cable y streaming son leales a Televisa, plegándose al partidazo aplanadora-barredora, entreteniéndose con las taradeces de la oferta de una y otros. Sabemos es la misma inmundicia por la aparente circularidad de estos treinta y un años. Es aparente porque no se trata de Carcosa sino “cacosa”, como el espiral del drenaje, a veces tapado, que irremediablemente desfoga en fuentes de agua dulce.
Foto: Captura de pantalla
miop