Por Miguel Campos Ramos
A mi general Luis Cresencio Sandoval le salió el tiro por la culata, dicho sea metafóricamente y en el argot militar, pues no me refiero a su manejo de las armas, sino del idioma. Y es que al hacer el recuento de las cifras en materia de seguridad en Chiapas, dijo, entre otras cosas, que tal estado ocupa el “veinticuatro lugar” en secuestros, el “diecisiete lugar” en robo a autotransporte, el “veintitrés lugar” en trata de personas… Alguien debe informarle, para que en lo sucesivo no incurra en tales disparates pues siendo persona pública influye en quienes lo ven y oyen, que hay tres tipos de números:
1) cardinales, los cuales sirven para numerar unidades y van siempre antes del sustantivo, por ejemplo: dos casas, veintitrés casas;
2) partitivos, que se refieren a las partes en que se divide un entero, por ejemplo: un octavo de queso, un dieciseisavo de queso, lo cual significa, respectivamente, que nos referimos a una de las ocho partes en que fue dividido un queso, y a una de las dieciséis en que fue dividido el otro;
3) ordinales, que sirven para ordenar posiciones, por ejemplo: primer lugar, tercer lugar, cuarto lugar, decimotercer lugar, vigesimotercer lugar, respectivamente para las posiciones 1, 3, 4, 13 y 23. Esta forma es la recomendable en materia de números ordinales, si bien la Academia de la Lengua admite como válido el uso de cardinales como ordinales, siempre cuando se pongan después del sustantivo, ejemplos: lugar veinticuatro, lugar diecisiete, lugar veintitrés, etc…
PERO el presidente López Obrador no se queda atrás: en un mensaje con motivo de su tercer año de gobierno se le oye decir que Diego Rivera pintó las tres grandes transformaciones que “han habido” en México. Lo correcto es que “ha habido”, pues el verbo “haber” cuando indica existencia no se usa en plural, ejemplos: “ha habido una transformación”, “ha habido tres transformaciones”. ¿Dónde están sus asesores en materia lingüística? Y es que, lo mismo que el general Luis Cresencio, al ser el presidente persona pública, influye en los hablantes y éstos acaban imitando… su error.
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El próximo 20 de septiembre habrá cambio de rector en la BUAP. De rector, porque el actual es el doctor José Alfonso Esparza Ortiz. ¿Quien lo sustituirá: rectora o rector? Aquí sí vale la precisión, pues hay aspirantes hombres y mujeres. En vísperas de la elección, hay que reconocer algunos logros que ha alcanzado la institución bajo el rectorado de Esparza Ortiz. Uno muy importante: la estabilidad, pese a estos tiempos turbulentos. Otro, el reconocimiento social por su desarrollo académico y de investigación, así como el buen manejo de las acciones en beneficio de los estudiantes. Uno más: mejoras en la infraestructura. Para complementar, calificadoras internacionales han considerado adecuado el manejo de las finanzas. Gracias a todos esto, académicos, estudiantes y egresados están protegidos por el prestigio que se ha ganado la BUAP; nada que ver con aquellos años en que hasta deba vergüenza decir que se era trabajador, estudiante o, peor, egresado de la misma. Hoy es motivo de orgullo. Por eso, el próximo rector o la próxima rectora, que según los sondeos será la doctora Lilia Cedillo Ramírez, tiene como tarea no sólo mantener estos estándares de calidad y estabilidad, sino acrecentarlos.

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Lic. en Letras españolas, escritor, ha publicado 37 libros y dictado alrededor de 600 conferencias; además, ha sido catedrático de las universidades Autónoma de Puebla, Pedagógica Nacional, y Realística de México, y fue Director de Cultura del Ayuntamiento de Puebla, así como Subsecretario de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla.