Han pasado más de dos años y medio desde que Verónica Guadalupe Benítez Vega fue asesinada por su esposo Luis Ángel Reyes, y el pequeño Rodrigo quedó al cuidado de sus abuelos.
Apenas tenía tres meses de nacido cuando el cuerpo de su mamá, una joven de 21 años de edad, recibió 17 heridas por arma blanca y golpes de un tabicón antes del mediodía del 6 de julio de 2017. Después fue abandonado sobre una calle de terracería de la comunidad San José El Vidrio.
Víctimas indirectas
Para Jaime Rochín del Rincón, extitular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), los hijos de las mujeres desparecidas o asesinadas siguen siendo invisibles para las autoridades mexicanas.
La violencia en México ha propiciado una cantidad considerable de niñas, niños y adolescentes que quedan en condiciones de orfandad, abandono o en situación grave de vulnerabilidad durante los últimos 15 años, advierte.
Recursos insuficientes
Si bien la Ley General de Víctimas y la Ley General de Víctimas del Estado de México establecen un mecanismo para apoyar a los afectados indirectos por feminicidios, incluso para suplir la falta de pago del responsable en la reparación de daño asignada, estos son insuficientes y hasta «ofensivos» para las propias familias.
Así lo asevera Víctor Rogelio Caballero Sierra, presidente del Colectivo Aequus, al referir que en estos casos no hay una sensibilidad del Estado para atender adecuadamente a los huérfanos por feminicidio en el país.
Con información de Notimex
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