Dr. Leopoldo Altamirano Robles
Vemos con gran sorpresa que lo que pensamos que iba a ser temporal se convierte en algo que llegó para quedarse, y esto es no sólo el virus, sino la convivencia con otras personas y con el medio ambiente, la cual después de adaptarse a las circunstancias dictadas por el virus, se quedará como un patrón de conducta establecido.
Ejemplo de esto es el caso obvio de las compras vía internet, las cuales hasta hace poco creíamos que se irían dando poco a poco, y no fue el caso, el pago con transacciones electrónicas que ahora se está estableciendo para casi todo, la educación vía internet en todas sus modalidades: en línea síncrono, en línea asíncrono, por demanda, etc.
Y en este contexto queda preguntarse ¿qué cambio en el ámbito político? ¿hubo algún cambio? ¿Deberíamos cambiar la forma en que hacemos política? En mi opinión la respuesta a esta última pregunta es sí. Y veamos algunas ideas.
La nueva forma de hacer política debería tener un fuerte sentido de prevención y planeación, no quiero decir que no lo tuviera, pero ahora con la experiencia de la pandemia del COVID y la de la influenza H1N1, deberíamos estar ciertos que vendrá otra seguramente, y en consecuencia ¿cómo deberíamos prepararnos como sociedad? Lo mas natural es tener un sistema de salud mejorado, no quisiera decir de primer mundo, pero mucho mejor al que tenemos. En el área científica tenemos que lograr que esta sea un soporte a la toma de decisiones de cómo manejar las futuras pandemias, poder pronosticar con alta precisión su desarrollo global y su desarrollo regional y también, ¿por qué no?, en poder predecir el surgimiento de alguna en el futuro. En la parte tecnológica desarrollar de antemano, los instrumentos, servicios y productos que este tipo de pandemia puede ocasionar que sean necesarios para poder contenerla. Aquí me refiero no solo a los respiradores de todo tipo, necesarios para algunos pacientes del COVID, sino también a los sistemas de desinfección, los sistemas de sensado a distancia para medir temperatura, y también a toda la tecnología que nos posibilita la ciencia de datos: la predicción individual de que alguna persona sea propensa a los efectos de un agente infeccioso. Esto último en la práctica sería tan sencillo como ir al médico, una vez que se sabe que un nuevo virus está apareciendo y el médico con todo nuestro expediente electrónico a la mano y los sistemas de diagnóstico basados en inteligencia artificial, nos podría decir si somos candidatos a tener consecuencias graves con el nuevo virus o no. Todas estas medidas solo podrán ser posibles si la esfera política nos lo permite, es menester con lo aprendido en esta pandemia, el de generar políticas públicas de prevención para las siguientes pandemias, siguiendo el ejemplo de cómo los diferentes temblores en México ha generado en la población, las empresas constructoras y en el ámbito legal un esquema de prevención.