Francisco Javier Ruiz Hermoso
Si. La gente volverá a viajar para hacer turismo.
No, no será igual. O más bien, no debería ser igual.
La pandemia por COVID-19 le ha asestado un duro golpe a la actividad turística del planeta y las estimaciones se siguen valorando.
La Organización Mundial del Turismo (UNWTO por sus siglas en inglés) estima que el turismo internacional cayó un 65% en la primera mitad del 2020, y que para el mes de septiembre el 53% de los destinos flexibilizaron las restricciones de viaje con el fin de impulsar la actividad turística. Por otro lado, se desplomó la demanda de viajes internacionales produciendo una pérdida de 440 millones de llegadas internacionales y de poco más de 460 mil millones de dólares.
Esto ha desencadenado una serie de impactos negativos en México donde se estima que el PIB turístico se reducirá a una participación estimada en el PIB nacional de 4.9%, comparado con una aportación del 8.7% durante el 2018. Y así podríamos seguir desglosando datos e información que no para de fluir, pero hay un problema: la visión económica del turismo es importante, pero es limitada y ahí radica la gran oportunidad de repensar lo que se está haciendo.
El turismo es mucho más que viajes, hospedaje, transportación y actividades. Es un fenómeno complejo, de alcances globales que debe tener a la persona como lo más relevante en el centro de la actividad.
En la Universidad Anáhuac Puebla pensamos que estamos frente a la posibilidad de hacer que el turismo que viene haga un ajuste en su propuesta para revalorar si lo que se quiere es más turistas y más ingresos económicos, o un modelo más equitativo en la distribución de la riqueza, con impactos positivos en la población local y residente y con un mayor compromiso social y ambiental.
Esto se logrará, entre muchas otras cosas, cuando se diseñen nuevas experiencias turísticas más innovadoras y disruptivas, que generen valor y que sean respetuosas con el medio ambiente; con la incorporación de nuevas tecnologías de la información y la comunicación; con el uso responsable de la inteligencia artificial y la robótica aplicada al turismo; con una formación de calidad en temas de movilidad inteligente y sustentable, así como en la generación de mentefactura.
Pero también con personas formadas con habilidades de liderazgo positivo que sean capaces de afrontar los desafíos con ética y responsabilidad. Hoy más que nunca el estudio del turismo es fundamental si queremos tener un horizonte más claro y de alcances con beneficios más profundos.