Ernesto Ordaz Moreno
“Un cambio social real nunca ha sido llevado a cabo sin una revolución… Revolución no es sino el pensamiento llevado a la acción” (Emma Goldman)
Todos los días observamos una constante: el cambio. En la Grecia antigua lo refirió Heráclito de Efeso: “Todo fluye, todo cambia, todo está en movimiento, nada permanece”.
En ese contexto, resulta absurdo que la sociedad permanezca estática ante la realidad, cuyas transformaciones son vertiginosas. Estamos obstinados en aplicar las viejas fórmulas y técnicas, cuando las circunstancias son diferentes; y, si bien el ser humano, en esencia, es igual, las tecnologías, los avances educativos y de información, lo provocan para pensar diferente, actuar acorde para ajustarse a su realidad; por ello, resulta poco atractivo que le muestren la misma oferta política si ya se ha percatado que su resultado siempre será igual. Por ello, su apatía y lejanía ante los asuntos públicos.
Definitiva y afortunadamente, nos encontramos en una etapa de ajuste, todavía de revolución, sin guerra, aunque hay muchas manifestaciones de violencia, y muy variada, lo cual observamos en el lenguaje, en el comportamiento social; y, cómo no lo vamos a estar, si la mayoría de los mexicanos vivimos en zozobra por la economía (no alcanza para vivir y mantener a la familia), sumergidos en inseguridad, abandonados en el ámbito educativo, de oportunidades, de empleo, y ante un desenfrenado incumplimiento de la Constitución y de las leyes.
El discurso de la autoridad y de los políticos mantiene el grado de violencia, refieren a una lucha, incitan a un cambio violento. Y, ¿si despiertan al tigre? La masa, como fenómeno social es una fuerza desenfrenada, como una avalancha. Incitar a ese despertar violento es irresponsable, pues se hostiga sin medir las consecuencias. Si bien la violencia forma parte de los cambios, destruir lo que hemos logrado como sociedad jamás reflejará el cambio anhelado. La destrucción no facilita la construcción de nuevas estructuras. La corrupción, la inseguridad, y todos los temas ofertados deben corregirse sobre la marcha, resolviendo esas problemáticas de manera holística, multifactorial y multidisciplinaria, actuando al unísono la educación, la economía, el empleo, los derechos, todo en sincronía.
Se debe cumplir con la Constitución, sus valores y principios, pues ahí se nos pide actuar respetando la dignidad de las personas, sus derechos humanos; educar a la sociedad con base en los resultados del progreso científico, erradicar la ignorancia, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Alcanzar la democracia, considerándola “… no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo…” (artículo 3º de la Constitución General de la República), para obtener una mejor convivencia, respetando la naturaleza y la diversidad, eliminando privilegios, siendo fraternos, iguales en derechos.
Si aprendemos a respetar no se cometerían conductas violentas ni consideradas delictivas. Este respeto es tanto de los particulares como de las autoridades. Si una autoridad va a realizar un acto que pueda molestar a la persona, sabiendo que siempre un acto de autoridad genera molestia, en su familia, domicilio, papeles o posesiones, que sea en virtud de mandamiento escrito, de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento. Y, si dicho acto de autoridad genera la detención de una persona, afectándolo en su derecho de libertad, dada la gravedad de la afectación del derecho humano, debe ser mediando una orden de aprehensión librada por autoridad judicial (un juez), previa denuncia o querella de un hecho que la ley señale como delito, sancionado con pena privativa de libertad y existan datos que establezcan que ha cometido ese hecho y que exista la probabilidad de que el indiciado lo cometió o participó en su comisión. En el entendido que debe ponerse al inculpado a disposición del juez, sin dilación alguna. (artículo 16 de la Constitución Federal).
El derecho, los juzgadores, las autoridades, los políticos, los abogados y toda la sociedad, tenemos una gran responsabilidad en la búsqueda del respeto al orden jurídico, en lograr una armonía de bienestar social y de justicia. Debemos alcanzar la máxima constitucional de la democracia, vivir mejor en un constante mejoramiento económico, social y cultural.
Los cambios sociales deben ser progresivos, sin violencia, construyendo acuerdos, para eso sirve la política, hablar y escuchar, comprender, ser empáticos, resilientes, comprensivos con la realidad y las circunstancias de cada individuo; armonizar el régimen interior para construir una mejor sociedad que se incluye en la aldea global. No se trata de un imposible o un absurdo, sí se puede, querer es poder. Hay que intentarlo con voluntad, creatividad, buena intención y firmeza. De ti depende evitar un conflicto que genere caos y destrucción. Estamos a tiempo. Actuemos con responsabilidad y compromiso para todos. ¡México tiene un gran futuro! Construyamos un mejor mañana. Transformemos los errores y deficiencias en aciertos y vida digna para todos. Hagamos el cambio y actuemos con el ejemplo.