Carolina Gómez Macfarland
Salud mental, psicólogo, psiquiatra, y todo lo relacionado con la mente humana, puede asustar.
“No estoy loco”, “no necesito ayuda de un extraño”, “nadie me dirá qué hacer”. Tantas frases que escuchamos cada día para evitar entrar en un mundo para todos desconocido. Aunque sea el propio.
El ser humano se relaciona con los demás cada día, se mide con el otro, se reconoce a través de la mirada del otro.
¿Cómo podemos saber si la persona que camina al otro lado de la calle es buena o mala?
Solo mediante su interacción con los demás, sabremos la respuesta. Y podríamos sorprendernos al conocerla. Porque a veces, la realidad dista mucho de la imaginación.
Tememos a la salud mental porque implicaría observar de cerca nuestros más profundos miedos, culpas y sufrimientos. Enterramos a muy temprana edad eventos trágicos y muy dolorosos. Pero no nos damos cuenta de que están intentando salir todo el tiempo, e influyen en cada decisión que tomamos, en cada postura, en cada acción y en cada proyecto.
Influye en cómo elegimos una pareja, en cómo elegimos una carrera, en cómo conseguimos lo que deseamos, y en cómo manejamos lo que sentimos.
Todo lo que hacemos está definitivamente influido por nuestro pasado, nuestra historia y nuestras creencias.
La psicología tiene una historia interesante, al ver alterada la conducta de otro individuo, de inmediato se creía que había una indudable posesión diabólica o sobrenatural que provocaba reacciones raras, diferentes o impactantes. ¿Pues qué otra cosa debía ser, si no había una enfermedad física aparente? Nada fuera de lo normal en el cuerpo, y todo torcido en la conducta.
Maltrato, exclusión y muerte, eran soluciones comunes, pues todos corrían peligro ante tales comportamientos. Tal vez pudo haber peligro, o tal vez no, pero una cosa era segura, debían deshacerse de lo desconocido y amenazante.
Hasta que, como siempre, hubo personas interesadas en saber lo que realmente estaba pasando, indagaban, observaban, intervenían y experimentaban, hasta conseguir la cura. La cura del alma.
Todo esto hace cientos o miles de años. Parece entonces que todo aquello quedó atrás, y que ahora todo lo sabemos acerca de la misteriosa mente humana, además de creer que podemos controlarla, como si jamás las personas se volvieran a alterar.
Pero para desgracia nuestra, nada puede controlar la historia de un ser humano, nadie puede evitar que nos alteremos ante situaciones catastróficas, incongruentes y monstruosas.
La historia no es solo pasado, sigue siendo presente. Y las creencias en lo sobrenatural, como explicación a lo anormal, continúan. Aun encontramos vergüenza, miedo y mucha culpa, personas siguen encerradas o maltratadas por sus comportamientos anormales.
La anormalidad nos sigue asustando, porque representa una amenaza a nuestra aparente tranquilidad emocional.
La salud mental influye en todo nuestro mundo. Y lo mas importante es que el mundo está manejado por seres humanos.
Los miedos han obstaculizado el adecuado desarrollo de países enteros, por ignorar o negar los beneficios que un tratamiento psicológico puede aportar, pues no solo se contempla la salud mental, sino también los costos financieros de no atenderla. Por ejemplo:
“Cada US$ 1 invertido en la ampliación del tratamiento de la depresión y la ansiedad rinde US$ 4 en mejora de la salud y la capacidad de trabajo, según un nuevo estudio dirigido por la OMS en el que se estiman por primera vez los beneficios tanto sanitarios como económicos de la inversión en el tratamiento de las enfermedades mentales más frecuentes en el mundo.”
El trabajo de los profesionales de la salud mental, es fabuloso. Se adentran en la propia historia, ayudan a reconocer el sufrimiento, a resignificar recuerdos, a reestructurar proyectos y definitivamente, a fortalecer la autoestima de los individuos que piden ayuda, integrándose adecuadamente a las actividades cotidianas que tanto nos abruman. Es un encuentro entre dos mundos, interactuando en favor del saludable desarrollo de un ser humano.
No es necesaria la demencia para pedir ayuda, es ser valiente para enfrentar lo que asusta y avergüenza, es el deseo de crecer, y continuar viviendo de una forma congruente. O, ¿no es eso lo que anhelamos todos?
No es magia… es inteligencia, es trabajo, es SALUD MENTAL.
Y RECUERDEN, TODO SALDRÁ BIEN AL FINAL, Y SI LAS COSAS NO ESTÁN BIEN, ENTONCES, TODAVÍA NO ES EL FINAL.