El pasado veinte de enero inició el nuevo Gobierno de nuestro vecino país del norte. Joe Biden dio su primer discurso como el presidente número 46 de los Estados Unidos, el segundo católico, tras Jonh F. Kennedy, y el de mayor edad, 78 años, que llega a la Casa Blanca.
Biden enfocó el mensaje de su discurso inaugural en la necesidad de superar la polarización política y lograr una mayor unidad nacional. ‘Si lo logramos, no fallaremos’, expresó.
Se apoyo en palabras que han marcado su trayectoria política: verdad, decencia y respeto. Con ellas pretende reunir a un país profundamente golpeado por el coronavirus y que vive un momento difícil tras cuatro años de presidencia de Trump, que han dividido a los estadounidenses y acabaron con el asalto azuzado al Congreso por parte de partidarios fanáticos del expresidente el pasado 6 de enero.
En su mensaje de 25 minutos, el presidente reconoció enormes desafíos, que, de inicio, propone resolver a través de la unidad y la reconciliación, frase que se hace común en un discurso inicial de Gobierno. Al hablar de unidad nacional y mencionar que triunfó el pueblo, celebrando el triunfo no de un candidato, sino de una causa, la causa de la democracia, mencionó que la voluntad del pueblo se había tomado en cuenta y se obtuvo el aprendizaje que la democracia es frágil, pero valiosa, en ese momento había prevalecido.
Las frases fueron claras y son palabras clave para conocerlo como persona. Habló de restaurar el alma y asegurar el futuro de Estados Unidos, basado en la democracia y la unidad, de una lucha contra el enemigo. Mencionó que el enojo, resentimiento, odio, extremismo, ausencia de ley, violencia, enfermedad y desesperanza no nos llevan a nada. Dejar de gritar y bajar los ánimos, ya que sin unidad no habrá paz, solo amargura y no existirá una nación. Es decir, nunca aludió al pasado ni intentó dividir a la población; tampoco culpó a nadie de los problemas existentes. Actuó como un verdadero estadista, proactivo, claro, firme y contundente.
Biden invitó a sus connacionales a que se escuchen, se vea, se respeten unos a otros, ya que la política no tiene que un ser motivo que destruya lo que esté a su paso. Cualquier diferencia no tiene que ser un causal de guerra total, se tiene que rechazar la cultura de que los hechos por sí mismos son manipulados o fabricados.
A los que no apoyaron su proyecto en las elecciones pasadas les dijo que lo escuchen conforme vaya avanzando, que tomen la medida de él y su corazón y si aun así siguen en desacuerdo no hay problema ya que esa es la democracia.
Biden mencionó que los desacuerdos no deben llevar a la desunión, ya que la lucha es de todos y por todos. Señaló que deben de terminar esa guerra incivilizada, que enfrenta el rojo con el azul, lo rural contra lo urbano, conservadores contra liberales. Lo podemos hacer si abrimos nuestras almas en lugar de endurecer nuestros corazones, si mostramos algo de humildad y tolerancia, si nos ponemos en los zapatos del otro, explicó.
El mandatario también hizo referencia a la invasión de partidarios de su predecesor Donald Trump en la sede del Poder Legislativo. Aseguró que ‘la democracia ha prevalecido’ y se comprometió a ‘derrotar el terrorismo doméstico y el supremacismo blanco’. Sobre el asalto al Capitolio por parte de seguidores de Trump el 6 de enero, prometió que no volverá a pasar ‘ni hoy ni mañana’.
Y en una velada referencia a quienes instigaron a la turba, dijo:
“Está la verdad y hay mentiras. Mentiras que se dicen para ganar poder y dinero”.
En consecuencia, dijo el nuevo presidente, es el deber de los estadounidenses, pero sobre todo de los funcionarios electos, ‘defender la verdad y derrotar las mentiras’. Sin mencionar una sola frase de confrontación con Trump o sus seguidores.
Biden ha anticipado su voluntad de modificar las políticas de su predecesor desde el primer momento al frente del ejecutivo. Un documento escrito por su jefe de gabinete, Ron Klain, indicó que la nueva administración emitirá numerosos decretos para abordar lo que han descrito como cuatro crisis que se superponen y se agravan, ellas son ‘la crisis de COVID-19, la crisis económica resultante, la crisis del clima y una crisis de desigualdad racial’, ya que exigen una acción urgente. Por eso, al inicio de su cargo, Biden tomará medidas decisivas contra las cuatro y también para prevenir otros daños urgentes e irreversibles y restaurar el lugar de los Estados Unidos en el mundo.
Basado en lo anterior en su primer día, Biden firmó 17 medidas a través de las cuales eliminará la prohibición de viajes desde algunos países de población mayoritariamente musulmana (Irán, Libia, Somalia, Siria y Yemen); también buscará que los Estados Unidos regresen al acuerdo climático de París; quiere evitar las ejecuciones hipotecarias y los desalojos generados por la crisis del COVID-19 e imponga el uso de cubrebocas en los viajes interestatales y dentro de los edificios federales. También extenderá la moratoria de los pagos a los créditos para la educación universitaria, que constituyen una importante deuda que los estudiantes se llevan, junto con el título, al graduarse.
De estos 17 acuerdos ejecutivos, que efectivamente suscribió el día veintiuno de enero, cuatro por lo menos tienen una relación directa con nuestro país, y son a saber:
- Detener la construcción del muro fronterizo que Trump ordenó construir en la frontera sur. En el decreto, Biden argumenta que la construcción de este es un gasto innecesario ‘… es una pérdida de dinero y desvía la atención de amenazas genuinas…’
- Refuerza el programa de Acción Diferida para los llegados en la infancia (DACA). Con ello se inicia un programa de regularización de estatus migratorios de casi un millón de personas que son beneficiarios de este programa, de las cuales el 75 por ciento son de origen mexicano
- Anula la orden de deportar a migrantes sin papeles mediante el cual exime de la deportación y concede permisos temporales de trabajo.
- Revoca la exclusión a los no ciudadanos del censo. Sin duda es un gesto humanitario que anula la estigmatización y criminalización de millones de personas que han sido esenciales en el sostenimiento de la poderosa economía de ese país, obtener la residencia permanente (Green card) permitirá solicitar su residencia legal.
Estos aspectos son positivos, pese a que aún hay una ruta que se deberá transitar. Es altamente esperanzador que en el discurso y en los hechos la actual administración de los Estados Unidos deje atrás ese mensaje de odio y polarización que de manera permanente alentó el expresidente Trump.
Biden afirmó: ‘Lideraremos con el ejemplo’, frase que ha enmarcado su trayectoria, donde las palabras ‘valor, decencia y respeto’ como forma de actuar sin duda son de gran esperanza para todos.
Vendrán días mejores en la relación de nuestro país con Estados Unidos, depende en mucho del Gobierno de la república que esa relación no solo se fortalezca, sino que sea un verdadero apoyo para los intereses de México.
Fotos de Getty Images y AP