Leticia Montagner
La actividad a principios del año 2021 del volcán Popocatépetl preocupó a mucha gente, sobre todo del otro lado del coloso, es decir, el Valle de México y sus alrededores, principalmente la Ciudad de México.
Sin duda alguna, Puebla está ya acostumbrada desde el 21 de diciembre de 1994, cuando reinició la actividad del volcán, a las fumarolas, la expulsión de ceniza, las explosiones, los tremores y demás.
Por esa preocupación, científicos del Instituto de Geofísica (IGF) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizaron en enero un coloquio virtual sobre la actividad del Popocatépetl.
Las conclusiones son ya conocidas de sobra por los poblanos. Los expertos concluyeron que por el momento no hay de qué preocuparse pero la población debe mantenerse atenta a la información que emiten las autoridades.
El director del IGF, Hugo Delgado Granados, explicó que desde hace dos años el coloso cambió su actividad, ya no construye domos de lava o los produce ocasionalmente y pequeños. La mayor parte de su actividad se centra en la expulsión de fragmentos, que de noche lucen impresionantes, por ser material incandescente, pero eso es parte de su actividad normal.
Se tiene una red de monitoreo a fin de dar seguimiento puntual y observar cualquier modificación. El IGF tiene contacto permanente con la Coordinación Nacional de Protección Civil y la de Prevención de Desastres.
Ana Lillian Martin del Pozzo expuso que se trata de un fenómeno de producción de cenizas, emisiones pequeñas y grandes, que se mueven hacia Puebla y algunas veces al Estado de México y a la CDMX.
Carlos Valdés González abundó que se ha visto una reducción en el número de sismos vulcano-tectónicos ya que en el año 2020 hubo 212 de magnitudes de 1 a 2.4.
Los sismos no son perceptibles para las personas y sólo son detectados por la red de sismógrafos del lugar, la mayoría ocurre a cuatro kilómetros por debajo del nivel del mar, a profundidad dentro del volcán.
Los poblanos y sobre todo la gente que vive alrededor del coloso, saben que en invierno, de alguna manera no explicada por la ciencia el volcán tiene mucha actividad. Para variar, además de la pandemia de coronavirus, los científicos recomiendan a la población aledaña al volcán, cuando emita fumarolas y cenizas, la utilización de cubrebocas.