El estilo de vida norteamericano puede ser el Parnaso laboral para cualquiera que busque realizar el tan anhelado ‘sueño americano’. Sin embargo, las crisis financieras de las últimas décadas han desvelado una realidad bastante diferente al mostrar un país con un sector educativo deficiente, un quebrantado sector salud y un sector inmobiliario que ha producido desde hace una década, una de las peores crisis de la historia de ese país. De modo que el sueño americano, ha derivado para muchos de sus habitantes, en una pesadilla catastrófica.
Tal es el contexto de una obra literaria del año 2017, titulada ‘Nomadland‘; de la escritora Jessica Bruder, reconocida también por su labor periodística y por impartir su prestigiosa cátedra en la Facultad de Periodismo en la Universidad de Columbia.
Para darle continuidad al estilo de investigación de Bruder y para mantener un carácter casi documentalista, la encargada de llevar al cine esta historia fue la directora chino-estadounidense,Chloé Zhao, quien ya obtuvo El León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia y el Festival Internacional de Cine de Toronto con esta cinta. Lo cual, la posiciona como una de las fuertes candidatas para ganar el Óscar a Mejor Película, el próximo 25 de abril.
¿Pero qué es lo que hace importante a este filme? Analicemos un poco esta cinta:
Se trata de una road movie, es decir, una película de viaje. Y no solo de un viaje a través de la carretera del Oeste Norteamericano, sino al interior mismo de la protagonista, Fern, quien tratará de sobrellevar una vida de nómada en una caravana y sin otra compañía que los desolados parajes de un país indolente y hermoso a la vez.
Por otro lado, el filme también posee una mezcla de cine documental, pues la mayor parte del elenco, no son profesionales. Y los movimientos de cámara se aventuran por tomas en 360°, lo cual requiere un manejo preciso de la cámara y también, hay que decirlo, un poco de improvisación. Las cámaras se posan frente a los caravaneros ‘a escuchar’ las historias en torno a una fogata. O bien, a mostrarnos parte de las faenas que deben realizar para solventar sus vidas ‘sobre la marcha’.
La directora tuvo una mancuerna increíble con la experimentada actriz, Frances McDormand, (quien ya ha sido galardonada como mejor Actriz en Fargo de 1996), y juntas, se embarcaron a viajar por el Oeste Norteamericano durante cuatro meses, con un equipo de grabación realmente pequeño, para conocer la realidad de una comunidad itinerante, que ha sido relegada de la civilización. En ningún momento se romantiza el viaje hacia a nada. En muchos de los casos los problemas económicos, o bien, el desprecio al modelo económico, es lo que ha orillado a muchos caravaneros norteamericanos a salir ‘a rodar’ en casas móviles, casas que sí pueden ser costeables.
La belleza que muestra el director de fotografía, Joshua James Richards, es un contraste con las historias sombrías de los personajes que aparecen y reaparecen a menudo. James ambienta estas microhistorias con los cielos fríos y azules del oeste norteamericano, que a veces son mejores sustitutos que las propias palabras. Como en la vida real, la naturaleza será, por momentos, quien se encargue de expresar la tristeza o alegría que viven los nómadas entre tormentas de nieve, o desiertos agrestes.
Finalmente, el peso más grande lo lleva sobre sus hombros, Frances McDormand, quien interpreta a Fern, que debe lidiar no solo con la pérdida de los empleos, la cual es solo la punta del iceberg, pues existen situaciones dramáticas que pareciera que no ocurren en las películas norteamericanas tradicionales. La cruda realidad de la muerte es también una sombra que pesa en las sociedades modernas industrializadas. Y lo peor es que, pareciera que esos reveses de la vida, ocurren en momentos de ocaso, cuando las personas ya han gozado de una buena vida y solo les queda resignarse a la espera de un apacible epílogo de sus días.
El papel de la mujer es determinante en estos casos y la experimentada actriz ha sabido crear un personaje maduro y casi invencible. Pero casi no hay con quien compartir el peso de toda la película. Y ese puede ser uno de los puntos débiles de Nomadland. Si acaso, por momentos, David Strathairn ayuda a dar un poco de esperanza para hacer surgir un posible final feliz, pero la realidad no siempre es lo que uno espera.
‘Nomadland’ no se trata de una cinta que atrape de inmediato al espectador. Requiere paciencia y una actitud contemplativa, pues es probable que no todos los públicos estén acostumbrados a este tipo de perspectivas. Sin embargo, puede ser una propuesta que invite a ser más empático, sin caer en el sermón. Además de ser una candidata a Mejor Película, es también un material que pasará a la posteridad por reflejar a un Estados Unidos de Norteamérica más real, es decir, carente. Con legiones de personas que llevan largo tiempo recorriendo sobre ruedas, un éxodo a través de la soledad.