Parece que, como muchos temas,ya no está en boca de todos.
Algunos trastornos o síntomas se tienen presente solo por un tiempo determinado, mientras el pánico cunde, mientras los rumores se esparcen como pólvora, mientras los medios hablan de ellos.
Después pareciera que desaparecen por completo y la importancia que se les daba, se diluye hasta caducar.
Muchos problemas de salud, se vuelven tal, porque no damos seguimiento a ellos y menos si no tenemos el hábito de revisar nuestra salud o de cuidar de nuestro cuerpo,pues no lo atendemos ni miramos con frecuencia.
Una enfermedad o algún trastorno aparece o se mantiene por descuidos obviamente, y por un fenómeno que vemos hoy en día que es la moda, hacer lo que el otro hace, y por la creencia a veces absurda de que aquello no nos pasará. Entonces seguimos las rutinas, sin percatarnos de ciertos cambios o necesidades que van dejando su pequeña huella, pequeños indicios de su presencia, lo que sin lugar a dudas crecerá y no habrá mucho qué hacer entonces.
Recordemos enfermedades como el VIH SIDA, la influenza H1N1, el trastorno bipolar, entre muchas otras que en su momento fueron un detonador de pánico colectivo. Y que, sin embargo, ahora, como nadie habla de ellas, es como si ya no existieran.
Y así se pueden nombrar un sinnúmero de enfermedades que han aquejado a la humanidad desde hace muchos años, enfermedades ahora controladas, trastornos atendidos, pero que definitivamente existen y que son un peligro latente para nuestra salud física y mental.
De la misma forma, existe un trastorno que parece crecer y que ignoramos ahora, que lastima a nuestros chicos, y que se desdibuja tras la gran oleada de mensajes sobre la perfección del cuerpo, de la necesidad casi vital de acceder a las demandas sociales, tras una casi nula conciencia de dignidad o valor propio: la anorexia nervosa.
Porque igual que muchos, también tiene su origen en un enredado, caótico y casi incomprensible sistema familiar.
La anorexia es un trastorno de la conducta alimentaria, o trastorno de la nutrición y alimentación, donde el paciente ha perdido ya casi el 20 por ciento del peso y talla recomendados, debido a una alteración psicológica. No se debe a una disminución del peso corporal provocada por alguna enfermedad, sino por decisión propia, inducido por el mismo paciente, y donde se observa un régimen estricto en la alimentación, controlando todo lo que se ingiere, llevando una dieta rígida y en algunos casos, eliminando totalmente la ingesta de alimento.
La forma en que comemos determina la forma en que vivimos, pues es la comida lo que nos mantiene con vida y con energía, pero también puede ser utilizada para cambiar el entorno en el que nos desenvolvemos.
Siendo seres relacionales por naturaleza, necesitamos y aprendemos de los demás. Y son estas relaciones sobre todo las familiares, las que nos hacen responder de una u otra forma ante las demandas cotidianas, nos enseñan a base de ensayo y error las reglas de la vida, nos ayudan a definir una propia percepción, y a fortalecernos interiormente para poder integrarnos a un mundo gigante, donde tendremos que adaptarnos para sobrevivir y poder alcanzar nuestros proyectos.
Por eso, cualquier conducta extraña o no saludable que veamos en la vida cotidiana, debe observarse como un todo, nunca como algo que le suceda a unapersona de manera aislada, pues no veríamos gran cosa. Es a través de las relaciones que podemos saber cómo se gesta cualquier enfermedad o trastornos de tipo emocional.
La anorexia se observa más en la cultura occidental, y en lugares donde el alimento es abundante, la delgadez está de moda, el bienestar de los hijos es un tema central de la familia, y la dependencia y responsabilidad de los hijos con respecto a los padres se prolonga en el ciclo vital de la familia.
El proceso anoréxico es complejo y lento, pues llegar a presentar este mortal trastorno requiere de tiempo, donde el paciente se enreda en un sistema de mensajes contradictorios dentro de la familia, comenzando por un conflicto de pareja, la manera sutil de la paciente de sobreinvolucrarse en la relación de los padres, un conflicto enmascarado con una madre intrusiva y dominante, y la protesta por una sensación de traición en el sistema fraternal.
Es fácil decir que es una moda estar delgada, casi esquelética. Que así habrá aceptación, una creencia que las demandas sociales refuerzan con insistencia. Pero esto es solo la punta del iceberg, pues detrás se encuentra una historia difícil, que pocas personas desean ver o escuchar porque en realidad el tema, nos concierne a todos nosotros.
No se trata de culpar a alguien en especial, pues las relaciones humanas son un fenómeno sumamente complejo, se trata de ser más cuidadosos con nuestra propia vida, con nuestras relaciones, y atender, aun con el miedo que representa darle la cara a nuestra historia, aquello que pueda amenazar nuestra salud y la de quienes amamos.
Por eso, es necesario pedir ayuda, hacer presente lo olvidado por los demás, darle la importancia debida, antes de que esta evidente huelga de hambre, termine por cumplir su promesa de desaparecer a nuestros chicos.
No es un berrinche de niñas malcriadas, no es un tema pasado de moda, es una realidad que nos obliga a comprometernos para así continuar creciendo sin que alguien tenga que sacrificarse por ello.
Y RECUERDEN, TODO SALDRÁ BIEN AL FINAL. Y SI LAS COSAS NO ESTÁN BIEN, ENTONCES, TODAVÍA NO ES EL FINAL.