Marco Alejandro Ramírez Medina
La paradoja de Teseo nos habla sobre la idea del reemplazo. Si un barco es remodelado y al final todas sus partes han sido reemplazadas por piezas nuevas y más resistentes… ¿estaríamos en presencia de la misma nave? ¿El barco mantendría, a pesar del cambio, su esencia original? ¿O sería otro barco?
Esta paradoja podría aplicarse a la música. En el caso concreto de los integrantes de la agrupación inglesa, Pink Floyd. Cuyos cambios de capitán, llevaron a su nave por viajes intergalácticos que ni Plutarco pudo imaginar en sus más legendarios viajes.
El pasado 5 de julio, la banda de rock progresivo Pink Floyd, cumplió 57 años de existencia y los ecos de su música aún siguen latentes.
Syd Barret fue el primero en tomar el timón y dirigir la embarcación, bautizándola con los nombres de sus músicos de blues favoritos: Pink Anderson y Floyd Council. También reunió a una tripulación que estaba constituida por sus compañeros de la Escuela de Arquitectura del Politécnico de Londres. Roger Waters estaría como segundo al mando. También estaban a bordo: Rick Wright, Nick Mason y David Gilmour. Y así se inició un viaje interestelar que parece no detenerse.
Con su primer álbum The piper at the gates of dawn de 1967, Syd Barret, logró un viaje de altura, pero trepidante. El capitán perdió gradualmente la razón por el uso excesivo de LSD y otras drogas que le produjeron daños mentales irreversibles, pero que dejaron un álbum que sería la estrella guía para las bandas psicodélicas de la época.
Y entonces, para evitar un naufragio, Roger Waters, se encargó de dar el primer golpe de timón y cambiar el curso de lo que pudo haber sido el final del viaje. Y las primeras piezas del barco fueron sustituidas: reemplazaron al capitán, mejoraron la calidad del sonido, trazaron una ruta de mayor complejidad sonora y lo más importante: tuvieron una bandera con la que surcaron por nuevos horizontes auditivos. Sus mejores obras aparecieron en esta área de navegación: Meedle, The dark side of the moon, The wall, Animals y Wish you were here, que era un guiño a Syd Barret, capitán exiliado que ya no cabía en el mismo barco.
En psiquiatría existe el delirio de superioridad grandiosa (cuando el sujeto cree que ha sido llamado para llevar a cabo una misión especial). En el caso del capitán, Roger Waters, se le podría asociar no solo con ese padecimiento, sino con otros padecimientos similares, que aluden a personajes históricos memorables, como la Manía del César o bien con el complejo de Napoleón. Y es que no fue poca la grandeza que imprimió Waters bajo su mandato: metáforas bélicas que rememoraban la muerte de su abuelo y su padre, participantes de la Primera y Segunda Guerra Mundial, respectivamente; letras contra el sistema educativo represor; imágenes que embellecieron las portadas de sus discos con la imaginería del artista Storm (La Tormenta) Thorgerson. Pero el capitán comenzó a recelar de sus tripulantes, y terminó echándolos del barco.
La tripulación se rebeló contra el capitán y regresó a derrocarlo como si de un tirano se tratara. De este modo inició una nueva era, en la que David Gilmour tomaría el mando final.
“Un momentáneo lapso de razón”, fue el título en español del nuevo disco. Este nuevo capitán se encargó de navegar por aguas más calmadas. Terminaron por sustituir las piezas finales, cambiaron el sonido, cambiaron las ideas, pero no cambió el talento. En ese periodo, produjeron un álbum titulado, “Division bell” con la ayuda de la esposa de David Gilmour, la escritora Polly Samson, y se embarcaron por una nueva ruta marítima bajo el delicado sonido del trueno. El barco era una nave supernova brillante como un diamante, pero las ideas eran lejanas a la de los primeros capitanes. El barco, aunque hermoso, se había quedó varado durante años y empezaba poco a poco a deteriorarse.
En el año 2005 ambos capitanes, Roger Waters y David Gilmour, junto con el resto de la tripulación se reunieron en la presentación del Live 8. Ese día el barco empezaría a desparecer por completo, cayéndose a pedazos.
Con el lanzamiento del álbum “El río sin fin” de 2014, vimos regresar a un barco fantasma, aunque solo para lanzar un estertor post mortem. El fantasma reapareció dos veces más en forma de box set, titulados: “The earlier years” y“The Later years”, que fue un verdadero banquete para los coleccionistas de la banda que habían esperado en vano por muchos años el regreso de los héroes.
Pero todavía hay pulsaciones que mantienen al barco fantasma en constantes avistamientos. Una de ellos -el más reciente-, fue la noticia de la inminente aparición del álbum conceptual “Animals” en versión remasterizada. Un disco tan emblemático como sofisticado, que está inspirado en la novela de George Orwell “La rebelión en la granja”, obra escrita en clave, (en la que Orwell hizo una crítica feroz al nazismo en 1945) y de la cual los integrantes de Pink Floyd eran grandes lectores.
El otro confortante eco que se escuchó recientemente, fue el del Regreso de Roger Waters a la Ciudad de México los días 7 y 8 de octubre de 2022 en el Palacio de los Deportes, con su This is not a drill Tour; gira que había sido suspendida por la contingencia por el COVID -19, el año pasado y que ahora ha sido reactivada por el mismo Roger Waters desde su cuenta de Twitter.
A manera de corte final, este 15 de julio se cumplen 32 años del histórico concierto de Venecia. Fue en la época en la que Pink Floyd parecía más un barco transatlántico, cuando ofrecieron el primer concierto flotante de la historia, sobre las aguas del Gran Canal de Venecia, frente a la Plaza de San Marcos, ante un público de más de 200 mil personas que arribaron de manera gratuita en balsas y saturaron la ciudad de los canales, con riesgo incluso de destruir la mítica ciudad. Pero esa es otra historia.
Caracterizados por un sonido novedoso, los integrantes de la banda buscaron innovar sus sonidos y representarlos en los lugares más extraños posibles. Como ya mencionamos fueron la banda que dio el primer concierto sobre el mar. También estuvieron en las ruinas del Anfiteatro Romano de Pompeya, construido el año 70 a.C. y posteriormente sepultado por lava incandescente tras la erupción del Vesubio en el año 79.
Este barco que parecía imparable, surcaría también el espacio sideral. Cuando en noviembre de 1989 los cosmonautas soviéticos Sergei Krikalyov y Alexander Volkov, a bordo de la nave espacial Soyuz TM-7 que se dirigía a la estación espacial MIR, reprodujeron el cassette de Delicate Sound of Thunder de Pink Floyd. Convirtiéndose en la primera banda de rock en sonar en el espacio exterior.
La nave de Pink Floyd, sin duda ha viajado de manera incansable y quizá lo siga haciendo a través de nuevos formatos, nuevas audiencias y quizá hasta nuevos líderes. Pero eso no lo sabremos. Solo nos queda recordar la Paradoja de Teseo, en la que también cabe la reflexión de que, aunque los cambios modifiquen el barco, la esencia de las cosas y de los tripulantes permanecerá para siempre.