¡Me enfermas, mamá!
Por Carolina A. Gómez MacFarland
¿Una expresión de enojo de cualquier adolescente? O, una realidad…
Corriendo al hospital, unas cuantas visitas al médico cada mes. ¡Pobre madre! Sufre y debemos protegerla.
Cierto es que las madres, cuando están solas, luchan el doble cada día para mantener vivos y en la mejor de las condiciones, a sus hijos. Una tarea noble y monumental.
Esto es una realidad en muchas culturas. Y es nuestro deber reconocer sus esfuerzos y apoyarles.
Pero ¿qué pasa cuando los cuidados, se convierten en dolor? ¿Qué pasa cuando una emergencia médica se vuelve una rutina? Puede que se trate de un real malestar orgánico, una de esas enfermedades que requieren de tiempo y muchos cuidados.
Sin embargo, no siempre es así. Y muchas enfermedades o accidentes en los niños, pueden estar provocados por los propios padres.
Y en una intención imperiosa de llamar la atención de su entorno, algunos de ellos,lastiman a sus hijos para provocar de esta manera una urgencia médica, que traiga como inevitable consecuencia un hiper reconocimiento a la madre por estos sacrificios y eternos cuidados al “enfermo”. Lo que refuerza el acto y se convierte en un evento recurrente y muy peligroso.
Este trastorno, es llamado síndrome de Münchausen o trastorno facticio por poderes.
El síndrome de Münchausen, es un trastorno donde la persona se infringe cualquier cantidad y forma de daño, para llamar la atención médica, hasta llegar incluso a someterse a cirugías peligrosas, con tal de obtener gratificación emocional.
Pero cuando este daño se aplica a otros, generalmente a los hijos pequeños (aunque también puede ser a un familiar discapacitado), recibe el nombre de Síndrome de Münchausen por poderes. La recompensa es mucho más sutil. Recibir atenciones constantes, y contención por parte de familia y amigos.
Es común pensar que todos los padres son buenos y que efectivamente buscan lo mejor para sus hijos.
Y entre tantas acciones aparentemente “buenas”, de repente hay algo que no parece cuadrar, que no tiene lógica, que asfixia. El resultado, perpetuar la condición de enfermo del más vulnerable, quien a su vez asume de forma inconsciente, el papel de enfermo como forma de obtener atención materna positiva. Todo un enredo que puede terminar en la muerte.
Las causas de este síndrome pueden ser variadas, un trastorno de personalidad, baja autoestima, depresión, enfermedades largas en la niñez del abusador, o incluso también una historia de maltrato.
La realidad es que quienes están bajo su poder, están en grave peligro.
Los trastornos existen y son peligrosos cuando no se les atiende. Y si aumentamos la idea de que una madre es necesariamente bondadosa y celestial, las probabilidades de éxito se reducen notablemente. Pues esta creencia nos impedirá ver la realidad y actuar en consecuencia.
Este es un trastorno como muchos otros que ahora mismo se gestan dentro dela familia.
Una vez más, vemos que, dentro de este maravilloso sistema, donde se aprende a vivir y donde se aprenden las reglas del juego, puede ser también un lugar donde alguno de sus miembros corra peligro, y presentando síntomas o comportamientos alterados, también repita patrones disfuncionales. Lo que se convierte en una interminable y peligrosa dinámica intergeneracional.
La idea no es desdibujarla imagen que tenemos de familia, no es denigrar este tan delicado sistema, pues todos hemos crecido y sobrevivido en ella. Es entender su verdadero sentido, tomando y agradeciendo, pero nunca venderse a lo que lastima. No estamos en deuda.
Es una tarea complicada, pues incluye cuestionar normas aprendidas y modificarlas para encontrar el real y congruente sentido de la vida.Entender que aun en ella, habrá cosas que no nos gusten, habrá peligro y que sucederán eventos lastimosos.
Entonces ¿qué hacer con algo que parece no estar en nuestras manos?
Teniendo más claro que ser agradecidos, no nos obliga jamás a quedarnos con quienes nos han lastimado y menos repetir sus acciones. Es tomar lo que nos ayude a crecer y ser mejores.
El punto siempre será mantener la mente abierta, aprender a observar y a entender que el ser humano es más que complejo, y que aun cuando existan ciertas reglas, no siempre las cosas son como quisiéramos. También la familia nos puede dañar.
No podemos cambiar la historia, pero siempre podemos pedir ayuda y cambiar el sentido de la propia. Resignificar los eventos ocurridos para poder así descubrir otras opciones que nos permitan trabajar en nuestros propios proyectos, y ser felices.
Los profesionales de la salud tenemos el deber de prepararnos técnica y personalmente, informar, asesorar y ayudar a quienes nos necesitan. Es nuestra obligación.
Y RECUERDEN, TODO SALDRA BIEN AL FINAL. Y SI LAS COSAS NO ESTAN BIEN, ENTONCES, TODAVÍA NO ES EL FINAL.