Gritos feministas: ¿Atemorizantes o hastiados del temor?
Por: Dra. Nathaly Rodríguez Sánchez
Hace unos cuantos meses escuchaba a una querida amiga, externar una honda preocupación. Para ella, que ya casi alcanza los setenta años, era preocupante la posición feminista radical (según sus palabras) que está manifestando su nieta adolescente. Aunque rápidamente en aquel entonces le comenté mi posición al respecto, señalándole el nuevo momento de activación que atraviesa el feminismo en la región, he seguido rumeando sus palabras. En estas últimas semanas revisé con detenimiento las cifras de violencia letal sufridas por las mujeres en México.
Me ha recorrido un escalofrío por el cuerpo al dimensionar el grado de posible vulneración al que se encuentran expuestaslas mujeres si tomamos como base esos números: con corte al 30 de junio del 2021, el secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó el registro de 495 presuntos delitos de feminicidio y de 10 458 presuntos delitos de violación sexual. En paralelo, la Comisión Nacional de Derechos Humanos informó con misma fecha de corte, y tomando en cuenta los procedimientos adelantados desde 2015, que en el 59.37 por ciento del territorio mexicano se han declarado Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres. Ese último dato significa que en buena parte del territorio nacional se ha diagnosticado una situación crítica de violencias contra las mujeres, una coyuntura de emergencia que convoca a las autoridades del territorio específico a diseñar medidas extraordinarias para prevenir, investigar y resarciresas transgresiones.
Pensé entonces en la percepción de inseguridad de las mujeres que habitamos en este país: recordé las veces que he temido estar caminando sola en la calle cuando apenas cae la noche, apenas imaginé el miedo que deben sentir las mujeres que terminan el turno de trabajo muy tarde o lo empiezan muy temprano y deben atravesar caminando buenos trechos en semioscuridad para tomar el transporte público. Sí, sentí miedo y pensé en la nieta de mi amiga que apenas empezando la juventud ha sentido también todo ese peso sin la necesidad de tener el detalle de las cifras; es que basta esa voz a voz que de amiga en amiga o de padres a hijas pide precaución pues, todos alertan, existen riesgos.
La situación estructural de amenaza de violencia que vivimos las mujeres en el país y en la región, entiendo, han motivado esos gritos colectivos de mujeres que desde 2019 se han tomado las calles de México y de América Latina para denunciar el agravio y la percepción de vulnerabilidad. Comprendo también, uniendo sentí pensares, que si bien muchas veces los principios rectores del feminismo llegan ya diluidos a esas movilizaciones—para usar aquí la descripción hecha en alguna ocasión por Valentina Zendejas (subdirectora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir)—,con estas nos hablan de sentires abundantes, de hastío frente a la repetición y de la comprensión de que no puede ser normal vivir bajo tanto temor y precaución. Así las cosas, creo que más que temer al nuevo grito feminista,debemos saber a qué nos refiere; tal vez por ese camino hasta nos acabemos sumando a su estruendoso reclamo.