Por Víctor Florencio Ramírez Cabrera
Nací en una ciudad amurallada por el bosque (significado real de la palabra Cuouchinanco, o Huauchinango) que ha ido perdiendo su masa forestal, lo que le ha hecho víctima más elocuente del cambio climático. Inicié la vida entre vasos de agua, que sirven desde hace mas de un siglo para dar energía limpia al país (el complejo hidroeléctrico de Necaxa). En mi tierra, el cambio climático y la energía tienen importancia especial.
La importancia de la hidroeléctrica en el estado es tal que aparece representada en el escudo, ilustrada mediante la cortina de la presa.
Si hiciéramos una actualización del escudo respecto a los recursos energéticos con que cuenta el estado, deberíamos incluir aerogeneradores de la zona de Esperanza y Tehuacán, paneles solares de la mixteca (o prácticamente todo el estado), geotérmicas de la sierra norte o incluso los recursos petroleros de la punta norte del estado, aunque el petróleo vaya de salida como energético para pasar a ser materia prima en algunas décadas.
Con este recuento, no busco sino explicar que Puebla es un estado privilegiado en recursos energéticos, sobre todo en materia de energía renovable.
Según datos de la Comisión Reguladora de Energía, Puebla tiene permisos para generación de energía eléctrica por 3,037 megawatts (MW), de los cuales sólo 1,175 están en operación y hay 413 MW de capacidad de generación en construcción. Con esto, Puebla tiene poco más del 1 por ciento de la capacidad de generación instalada del país.
Puebla es el lugar 17 del país en Generación Distribuida (paneles solares en pequeña escala) a pesar de ser el quinto en población. Hasta finales de 2020 se han acumulado 4,118 techos solares para un total de 31.81 MW. Esto es 0.6 por ciento de los usuarios del estado (poco más de 660 mil).
Puebla consume más energía de la que genera, aunque sus potenciales eólico, geotérmico y solar son enormes. Para poder aprovecharlos, dado los recursos limitados del erario, no hay algo mejor que mantener la apertura al capital del actual marco jurídico, aunque la política energética federal en este momento sea contraria a la ley. El desarrollo energético es una carrera de largo aliento y hay que mantener el impulso a la inversión, para estar listos cuando la cordura vuelva a la federación, que la facultada para regular el sector.
Por el lado del consumo, Puebla necesita transitar a modelos de movilidad sustentable de forma acelerada. Si bien hubo un par de intentos para establecer sistemas de transporte troncal (línea dorada, RUTA) o de movilidad no motorizada (ciclopistas), estamos lejos aún de tener sistemas de movilidad sustentable. La consolidación de la mancha urbana de Puebla debe ir acompañada de sistemas de movilidad masiva eléctrica o de hidrógeno.
El ejecutivo estatal se ha vuelto participante activo del sector energético mediante la Agencia Estatal de Energía, igual que muchos estados. Lamentablemente, el desarrollo energético no depende de la autoridad estatal, sino federal.
En lo que respecta a cambio climático, el estado es muy vulnerable, pues este fenómeno pone en riesgo vidas en la sierra, pero también la productividad del campo y la seguridad en la capital. Entonces, la transición energética se vuelve un asunto de seguridad estatal y como tal se debe tratar.
Este texto es sólo una introducción muy simple y corta de lo que sucede en el sector energético poblano y el cambio climático.
En este espacio, querido paisano, iré escribiendo cada dos semanas sobre energía y cambio climático, desde una perspectiva local, para ir describiendo el ecosistema energético de Puebla e intentar construir una narrativa de lo que necesitamos para tener un futuro energético sustentable y exitoso. Sustentable y exitoso aunque sea un pleonasmo.
*Socio de la consultoría especializada Perceptia 21 Energía.
**Noor, significa “Luz” en Arabe y es el nombre del parque solar más grande del mundo, que está en construcción en el emirato de Dubai.