Por Leticia Montagner
Todos sabemos que debemos buscar el bienestar en general y mayormente en tiempos de pandemia, debido a que el estrés, la ansiedad y la salud mental han sido puestos bajo el reflector durante la emergencia sanitaria.
El bienestar mental a nivel cerebral es a través de una compleja interacción de emociones, sensaciones y pensamientos. Hoy más que nunca, los estudios sobre las funciones cerebrales permiten vislumbrar las formas de mejorarlas con acciones simples de la vida cotidiana, como el hecho de cocinar.
La pandemia ha provocado que muchas personas hayan volteado a ver esta actividad, muchas veces ignorada o dejada de lado por las tribulaciones de la vida cotidiana.
Los científicos han analizado que el crecimiento del cerebro humano está directamente vinculado con la innovación en la cocina. Cuando el homo erectus empezó a cocinar sus alimentos, el cerebro duplicó su tamaño y el uso del fuego para cocinarlos, ayudó a que el cuerpo humano pudiera metabolizar los alimentos de modo eficiente, sin contar la experiencia placentera de comer y el involucramiento de los sentidos en la percepción del sabor, de la textura y de los olores.
Asíse desarrollaron otras partes del cerebro y además, las personas pasaban menos tiempo masticando alimentos, lo que les permitía ocupar sus cerebros en otras actividades creativas.
Actualmente, el hecho de cocinar entrena al cerebro en funciones de la cognición al poner a prueba habilidades esenciales como capacidad de organización, resolución de problemas, concentración y diversificación como la memoria, la psicomotricidad y estar sintonizados con los sentidos.
Cocinar no sólo es cortar o incorporar ingredientes en una cazuela, hay que anticipar lo que se va a hacer yse pone a prueba creatividad y eficacia, que es lo mismo cuando no se cuentan con todos los ingredientes de una receta.
Cocinar permite que el cerebro se concentre en una especie de meditación, que es útil para la relajación, el tratamiento de trastorno de déficit de atención, la ansiedad y la depresión. Los beneficios cognitivos de cocinar no dependen del resultado final, bueno a malo, pues el cerebro se entrena para descubrir la falla y no repetir el error.
La propuesta de pasar más tiempo cocinando lo sostiene la investigadora en sociología y nutricionista Liliana Martínez Lomelí, observadora y aficionada a la comida, Presidente y fundadora de Funalid, la Fundación para la Alimentación y el Desarrollo. ¿Está usted de acuerdo?
Periodista. Catedrática de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la BUAP. Pionera en Puebla de noticiarios y programas de radio con perspectiva de género desde 1997.