Puebla Capital ya vivió en carne propia lo que ahora empieza a suceder en la Ciudad de México, donde el Congreso Local pretende suprimir las corridas de toros.
A fines del año 2020 la entonces Presidente Municipal de Puebla, la morenista Claudia Rivera Vivanco, intentó a toda costa prohibir la fiesta brava. Nunca externó argumentos sólidos, refirió únicamente que era una petición ciudadana, obviamente cimentada en la ignorancia, a través del oportunismo político, intentando desviar la atención de los errores de su gobierno.
Tras una consulta pública amañada, donde participaron muy pocos taurinos, presentó al Cabildo la supresión de la tauromaquia. Puebla Capital salvó por un voto la extinción de la fiesta brava.
Ahora, la capital del país pretende hacer lo mismo a través de una extraña mezcla de diputados del PVEM, del PAN y del PRI, que en la Comisión de Bienestar Animal aprobaron reformas la Ley de Protección de los Animales que prohíbe las corridas. Ahora, tiene que aprobarlo el pleno del Congreso.
El Gobernador Miguel Barbosa Huerta en Puebla salió en defensa de la fiesta y aseguró que deben ser los poblanos quienes determinen la continuidad de las corridas de toros y novillos y decidan si asisten o no.
La fiesta brava representa valores culturales y tradicionales, que toman fuerza a partir de la presencia de españoles en el país, además de ser un asunto económico en esta época de crisis por la pandemia.
El futuro de la fiesta lo deben decidir los aficionados taurinos de la Ciudad de México y no un grupo de diputados que encabeza el Verde Ecologista, cada quien tiene su opinión al respecto, sin embargo, lo cuestionable es que los partidos políticos utilicen banderas para llevar agua a su molino.
Ya diversas agrupaciones taurinas han protestado este atentado contra la más bella de las fiestas. Tauromaquia Mexicana reprobó y rechazó la medida de los legisladores, al igual que Pedro Haces Barba, Presidente de la Asociación Mexicana de Tauromaquia.
Ojalá que esas decisiones no terminen como con los animales de los circos que después de la prohibición de presentarlos en espectáculos circenses, vivían en peores condiciones o en el mejor de los casos muriéndose.
No cabe duda que en esta época, los valores se han perdido, pues vale más la vida animal que la humana.
Periodista. Catedrática de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la BUAP. Pionera en Puebla de noticiarios y programas de radio con perspectiva de género desde 1997.