“Si vamos en la dirección correcta, lo que tenemos que hacer es seguir adelante».
Proverbio budista
El 19 de enero de 2022 en la Gaceta del Senado, se publicó la propuesta que adiciona una fracción VI al artículo 121 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la que se incorpora la función del notariado.
Ciertamente, elevar a rango constitucional la función notarial es el reconocimiento de lo esencial, importante y trascendente de la actividad del notario.
La propuesta, que todavía falta por ser aprobada por el Congreso de la Unión y por las legislaturas de los estados, no representa ningún tema novedoso para Puebla, pues ya estaba legislado en la Ley del Notariado para el Estado, vigente a partir del 5 de marzo de 2021 en que se publicó en el Periódico Oficial.
Así, una vez más, Puebla hace patente que está un paso adelante a las necesidades sociales en materia del notariado, tan es así, que la misma propuesta reconoció que la legislación poblana fue la primera en regular la figura del Notario Auxiliar, no obstante que en la vigente legislación se haya desaparecido. Quizá, también puede deberse a una adecuada coordinación con las instancias federales; cualquiera que sea la razón, la propuesta de la Senadora Olga Sánchez Cordero no apremia al legislador poblano.
El notariado, como institución milenaria, reside en la fe, confianza o creencia que le concede la sociedad o el Estado a un profesional del derecho que se identifica por su conocimiento, experiencia, conducta recta, honrada y ética. La fe pública notarial, si bien se deposita en una persona, su éxito radica en el seguimiento de ciertas formalidades que cumple con solemnidad y el resultado que se obtiene de ello, de ahí la autoridad de confianza que se le otorga a la función notarial.
El notario, al ejercer la fe pública notarial le garantiza no sólo a la persona o usuario sino a la colectividad y al Estado de que los hechos o los actos jurídicos que ha conocido gozan de una presunción de veracidad e integridad, lo que se busca para que la sociedad tenga certeza y finalmente, seguridad jurídica.
De ahí que sea adecuada la intención de homologar el acceso al gremio notarial a través de un examen de oposición por un jurado imparcial y de conformación nacional. En Puebla, la legislación ha previsto que el acceso sea a través de un examen de oposición y el jurado lo conforman un representante del Poder Ejecutivo y Notarios Públicos del Colegio de Notarios. Lo novedoso sería que deberán participar miembros del Colegio Nacional del Notariado y un representante del Gobierno Federal (Consejería Jurídica). Eso no representará ningún problema para los aspirantes a Notarios porque es sobrada la experiencia y preparación académica que tienen para sustentar el examen.
Ahora bien, la intención de la propuesta legislativa es proveer de un servicio notarial expedito, eficiente, asequible y muy profesional, que otorgue seguridad jurídica a la sociedad. Ese siempre ha sido la función del notario.
En ese sentido, los legisladores deberán analizar para considerar incluir en la legislación un sistema profesional de acceso a los Notarios, no sólo a través de los exámenes de oposición para tener la patente de aspirante y la de Titular, sino, en un irreverente atrevimiento, me refiero a ir un poco antes, a considerar un programa de ingreso, evolución académica y experiencia ética-profesional de los abogados que pretendan acceder al gremio notarial, incluso que en el Colegio de Notarios y en la Consejería Jurídica se considere un área para aquellos abogados y aspirantes que pretendan incorporarse a la función y servicios notariales, se inscriban, sean considerados en cursos de preparación, además de los importantes cursos de actualización, que cubran cuotas y así se les pueda dar un seguimiento personal a la evolución académica, profesional y ética de cada aspirante, un servicio profesional de carrera e incluso, de esta manera, gradualmente comparten la experiencia con los Notarios. La profesionalización es una tarea ardua que se forja día con día.
“Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo”.
Margaret Mead