Por @Tamalito_rosa
Porque es viernes y el hambre de chisme nos ataca, hoy vamos a desmenuzar el escándalo sobre uno de los boricuas más famosos del mundo, Ricky.
Al intérprete de “La mordidita” le interpusieron un recurso legal de alejamiento por “violencia doméstica”, hecho que fue aún más bullicioso porque vino de su propio sobrino de 20 años con quien supuestamente tuvo encuentros sexuales en Puerto Rico.
Naturalmente el mundo digital reaccionó enardecidamente a esta noticia.
A pesar de que el puertorriqueño siempre se ha presentado como un defensor de los derechos humanos, caras vemos, delitos no sabemos. Esa denuncia no salió de la nada, ahí hay historia y muy posiblemente ahí hay violencia.
En mi opinión Ricky Martin es una de esas personas públicas difíciles de odiar. Aunque no es grato para algunos por ser miembro de la comunidad LGBTQ+ y abanderar causas como el aborto legal y la adopción entre personas del mismo sexo, siempre cuida la imagen que le da al mundo, siempre busca y encuentra las palabras correctas para pronunciarse ante cualquier cosa.
Por eso fue tan impactante que este hombre sea acusado de algo tan bajo. Cuesta imaginarlo golpeando a otro ser humano y cuesta aún más pensar que, siendo víctima de violencia, violentara a su propio sobrino; pero, aunque cueste, ES POSIBLE.
Creo firmemente que desacreditar una denuncia de violencia es agresión. Y no se trata de dar la razón a ciegas, se trata de crear ambientes donde las víctimas se sientan seguras de denunciar, seguras de que sus relatos serán escuchados, seguras de que se buscará justicia, seguras de que no
serán juzgadas ni linchadas digitalmente.
El juicio tuitero hacia el cantante estuvo diverso. Muchos, devastados por la decepción, otros profesando fe ciega al que le gusta vivir la vida loca, y por ahí leí varios comentarios de quienes piensan que por ser miembro de una minoría no será juzgado con el mismo mazo con el que se
juzga a hombres hetero. No lo creo, de hecho pienso lo contrario: será juzgado severamente.
Lo que sí debemos reconocer es que el innegable carisma de Ricky le favorece ante los ojos del mundo digital, y este caso se podría tornar en un fenómeno Deep, donde hay denuncia y posible delito, pero la presunción de inocencia se escuda en que está guapo y en que se ve que es “buena
persona” porque tuitea sobre paz y amor.
Pero nadie tiene tanto carisma como para lograr que olvidemos sus cochinadas, excepto Gloria Trevi (no te hagas, sabemos que recuerdas más la letra de “Cinco minutos” que el nombre de las chicas de su clan). Pero Ricky en tu caso si hay delito, debe haber castigo ejemplar.
Porque actualmente las denuncias de violencia las tomamos más en serio (y más las que involucran a figuras púbicas), auguro que esta historia le pondrá más carne al tamal y pronto tendremos más información. Culpable o inocente – como diría la Diva de la banda- no lo sabemos aún, esperaremos a que las autoridades hagan su parte con la investigación y las revistas su parte con la difusión.
Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.