En este mes patrio, los mexicanos celebramos la independencia de un país todavía joven, el nacimiento de una nación mestiza, que a lo largo de los años continúa moldeando su identidad propia.
Al menos desde la óptica de la historia, cientos de personas sacrificaron mucho para lograr la independencia, hasta la vida misma, todo por lograr una nación propia. México, se ha enfrentado a otras fuerzas extranjeras, en algunas ocasiones obtuvo derrotas, perdiendo territorio, ha logrado victorias en algunas batallas, y se ha visto obligado a vender otros territorios por los desafortunados manejos económicos.
En los hechos, al día de hoy, México cuenta con una superficie territorial de 1,964 millones de kilómetros cuadrados y una población aproximada de 128 millones de nacionales. En ese caso, ¿cuál es la meta de México? ¿Nos hemos consolidado como sociedad en una identidad nacional? ¿Qué nos caracteriza como mexicanos? Las respuestas son muy diferentes y distantes, lo que significa que aún estamos lejos de alcanzar una madurez social, de consolidar un mexicanismo auténtico.
En términos generales, todos estamos conscientes de que la gran apuesta debe ser la educación, sin adoctrinamiento, en proponer enérgicamente el ejercicio de los principios constitucionales de libertad, igualdad, seguridad y legalidad; en promover el respeto.
Se debe partir de reconocer las separaciones pronunciadas en la colectividad, mismas que deben reducirse, sin incrementar la distancia, porque sostener las diferencias ponen en mayor riesgo a nuestra débil e incipiente nación ante fuerzas extranjeras y grupos internos de poder de facto, ya incrustados en las comunidades, que sólo velan por sus propios y egoístas intereses.
Los mexicanos demuestran ante los acontecimientos trágicos empatía y solidaridad, pero se duda al respecto con su comportamiento en el diario acontecer.
Sea por desconocimiento o comodidad, se está dejando de lado la concepción del sacrificio que han realizado cientos de individuos para lograr lo que tenemos en México, y de continuar con la fragmentación se pueden perder los puntos principales que gozamos en el presente a pesar de todos esos actos heroicos y patrióticos de sacrificios generacionales.
Reflexionar en celebrar una independencia, con un silencio sereno y moderado, ante las adversidades de una realidad común para muchos connacionales que carecen de libertad, de igualdad, de seguridad y viven una marginación impropia para un mexicano.
Entonces, al caso, aplicar el lema de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla: “pensar bien, para vivir mejor”. Estructuremos un nacionalismo inteligente y probo.