“Si las mujeres y las niñas fueran tratadas igual que los hombres en derechos, dignidad y oportunidad, veríamos el progreso político y económico en todo el mundo”.
Hillary Clinton
El 17 de octubre de 1953 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto mediante el cual la mujer tendría derecho a votar y ser votadas en puestos de elección popular para todos los ámbitos electorales, Federal, Estatal y Municipal. En Yucatán, en 1923 se había reconocido el voto de la mujer en las elecciones estatal y municipales siendo electas diputadas Elvia Carrillo Puerto, Raquel Dzib y Beatriz Peniche de Ponce. En Chiapas lo fue en 1925. Durante el gobierno de Miguel Alemán, se aprobó la reforma al artículo 115 de la Constitución Federal en la que se permitió el voto a la mujer en las elecciones municipales (17 de febrero de 1947).
Varios años de lucha para que el sufragio femenino pudiera ser reconocido para su participación política. La trascendencia es mayúscula, pues además de darle el reconocimiento de igualdad a la mujer, se trata de distinguir el gran papel que tienen las mujeres en la sociedad y su valiosa aportación al desarrollo de una nación.
Todavía hay mucho por hacer, debemos romper con la discriminación que aún persiste y el Estado tiene un gran compromiso para lograr erradicar los desequilibrios en las relaciones de poder para efecto de que puedan ejercer sus derechos político-electorales con plenitud, en total libertad y autonomía.
Sin embargo, no sólo es el Estado, sino somos todos, la sociedad, quienes tenemos una obligación para realizar todo lo que tenemos a nuestro alcance para que las mujeres ejerzan sus derechos en igualdad y plena libertad.
El anhelo de una cultura democrática y participativa en la que se respeten los derechos humanos de las mujeres no tiene marcha atrás, así que cualquier situación que represente un retroceso debe ser repudiado y expulsado del ideario común popular, ya que es consustancial al alma de toda persona el ser tratado con el mismo respeto e igualdad. Y para eso, debemos educar a las nuevas generaciones sobre una sociedad igualitaria. Mientras tanto, debemos felicitar a todas las mujeres por la lucha que han emprendido y los logros que han conseguido, sigan adelante, pero, sobre todo, sigamos (como sociedad) avanzando en el progreso para una cultura de igualdad, libertad y reconocimiento pleno de los Derechos Humanos de todos, mujeres, niñas, niños, hombres. Todos.