Una de las últimas apariciones públicas del finado gobernador Miguel Barbosa fue en el Foro Poblano de Energía.
En ese evento, su discurso fue revelador. Si bien fustigó el modelo de autoabastecimiento eléctrico (igual que el presidente) no mintió sobre la ilegalidad de tal modelo (como si lo hace a menudo el presidente) pero además abrió las puertas a la inversión en el mercado eléctrico en el estado.
Esta declaración no es menor, pues el gobernador entendió, como casi todos lo hacemos, que la llegada de inversión en el sector energético en el estado no era suficiente pero si necesaria para generar otro tipo de inversiones que generen empleos y riqueza en la sociedad poblana.
Y es que uno de los requisitos importantes para atraer inversión directa en las entidades es la disponibilidad de energía limpia y al costo más bajo posible.
Tal vez el gran problema que tenía Barbosa (y tienen todos los gobernadores, de todos los colores) es que la federación es quien tiene como facultad la regulación del sector energético. El problema no es menor si consideramos que la política energética mexicana en este sexenio está basada en una serie de creencias, ocurrencias y mitos, no en la realidad del mundo contemporáneo; con base en estos mitos se han frenado inversiones que podrían tener efectos multiplicadores de empleo.
Y tesla es el mejor ejemplo.
Para decidir establecerse en un sitio, una empresa de ese tamaño hace una revisión años antes, se revisa la disponibilidad de mano de obra calificada, materiales, capacidad logística, energía, entre muchos otros.
¿Se puede mover hacia otros sitios?
Es posible, sin embargo moverse a lugares donde no tenga disponibilidad de algunos de estos elementos significa perder una ventaja competitiva y encarecer sus procesos, sus productos y por tanto perder ventajas del proyecto.
Más allá del resultado, haber usado de pretexto el asunto del agua para evitar la instalación en Nuevo León como se hizo en el caso de la cervecera en Baja California y querer mover la inversión a zonas que no le ofrecían ventaja competitiva alguna a la empresa, habla de lo extraviado que está el gobierno federal actual.
¿Quiere mejores empleos y condiciones de vida para la gente del sureste?
Hay que apostarle a la instalación de parques de generación de energía renovable, a capacitar a la gente, apostar a la educación tecnológica en serio y más allá de la ideología, dejar de invertir en los malos negocios de PEMEX, al tiempo que hay que mantener y fortalecer los que dan ganancias, además de alentar la participación privada cuando esta ofrezca mejores resultados y recursos al Estado en comparación con PEMEX.
Si el país se llenara de inversiones en energía, no estaríamos peleando por la llegada de una fábrica de autos eléctricos, sino por decenas y sus cadenas de suministro. El bloqueo a las inversiones energéticas, las extorsiones a empresas para volver comprar energía más cara al intento de restauración del monopolio de Estado, la falta de permisos para generar energía limpia, alejan a la gente que busca invertir en México.
Eso lo entendió Barbosa y quiso impulsar el mercado. Lástima que no quede claro en palacio nacional.