Ciberviolencia o violencia digital se refiere al hackeo, intervención, agresiones, intimidaciones o acoso que ocurre a través de diversos medios electrónicos, como las redes sociales, aplicaciones de mensajería, correos electrónicos y otros canales de comunicación en línea. En América Latina, este fenómeno ha ido en aumento en los últimos años y presenta una serie de desafíos que requieren una atención urgente.
Existen diversas causas que contribuyen a la prevalencia de la ciberviolencia en América Latina. En primer lugar, el acceso generalizado a Internet y las redes sociales ha facilitado la propagación de contenidos violentos y el acoso en línea. Además, factores como la desigualdad socioeconómica, la falta de educación digital y la impunidad ante los delitos cibernéticos también juegan un papel importante en este problema.
Es fundamental legislar sobre el tema de la ciberviolencia en México y en toda América Latina. La legislación puede establecer medidas claras para prevenir y sancionar estos actos, así como promover la concientización y educación sobre el uso seguro y responsable de las tecnologías digitales. La implementación de leyes efectivas y el fortalecimiento de las instituciones encargadas de hacer cumplir dichas leyes son fundamentales para combatir la ciberviolencia.
La ciberviolencia tiene graves repercusiones en las personas, especialmente en su salud mental, ya que, las víctimas pueden experimentar ansiedad, depresión, aislamiento social, baja autoestima e incluso pensamientos suicidas.
Los trastornos mentales relacionados con la ciberviolencia incluyen el trastorno de estrés postraumático, ansiedad y trastornos en el estado de ánimo. Estos efectos pueden ser duraderos y tener un impacto negativo en la calidad de vida de las personas afectadas e inclusive llegar hasta el suicidio.
Además de afectar a nivel individual, la ciberviolencia tiene un impacto a gran escala en la sociedad. Contribuye a la polarización social, fomenta cualquier tipo de violencia, incluida la de género y perpetúa estereotipos negativos.
En particular, las mujeres, niños y niñas son víctimas frecuentes de acoso sistemático en línea, incluyendo el sexting no consensuado, el «porno vengativo», la difamación, el chantaje, el acoso sexual y la intimidación. Estas formas de ciberviolencia reflejan las desigualdades de género y limitan la participación plena y equitativa de las mujeres, niños y niñas en la sociedad digital.
Es importante establecer la diferencia entre la libertad de expresión y la violencia o el discurso de odio convertido en acoso digital. Mientras que la libertad de expresión es un derecho fundamental que debe ser protegido, el discurso de odio, el hackeo, la intervención y el acoso en línea, son actos que van más allá de la simple expresión de opiniones y tienen como objetivo dañar, humillar o discriminar a las personas. La legislación debe proporcionar pautas claras para distinguir entre estos dos conceptos y garantizar que se proteja la dignidad y los derechos de las personas en línea.
En conclusión, la ciberviolencia o violencia digital es un problema creciente en América Latina, con graves repercusiones en la salud mental de las personas y en la sociedad en su conjunto. Es esencial legislar sobre el tema para prevenir y sancionar estos actos, promover la educación digital y fomentar un uso seguro y responsable de las tecnologías digitales.
Además, se debe abordar específicamente el acoso sistemático, especialmente hacia las mujeres, y establecer una clara distinción entre la libertad de expresión y el discurso de odio convertido en acoso digital. Solo a través de una acción coordinada y efectiva podemos combatir la ciberviolencia y crear un entorno en línea seguro y respetuoso.
Por la defensa de mujeres, niñas y niños poblanos que reciben este tipo de violencia, es que trabajamos en su beneficio para que nadie pase por encima de mis derechos y de mi privacidad, sobre todo que nadie me violente, porque la libertad tiene un límite… y es cuando empiezas a afectar a terceros.
¡Nunca sin mujeres!.
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