Sin duda hoy las mujeres están incontenibles, imparables y qué bueno, han logrado que el rol de ellas dentro de la sociedad sea justamente dimensionado.
En últimos días, a través de su participación activa en movilizaciones, marchas, eventos y manifestaciones pacíficas han logrado que todos reflexionemos sobre el tema.
Haciendo una revisión histórica encontramos que por siglos y en todas las culturas su función ha sido devaluada. Las muestras de sincronía, organización y solidaridad de este fin de semana, dejan en claro que el papel de la mujer no solo es el de igualdad plena, sino que hoy ocupa por mérito propio un lugar primordial y total en nuestro país.
La Constitución mandata en su artículo cuarto la equidad de género como garantía individual, las convenciones internacionales de derechos humanos se han pronunciado en el mismo sentido.
La Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre (especie), firmada en Bogotá, Colombia, en 1948, en su artículo II estableció:
“Todas las personas son iguales ante la Ley y tienen los derechos y deberes consagrados en esta declaración sin distinción de raza, SEXO, idioma, credo ni otra alguna”.
Estos mismos principios han sido incorporados en el artículo 1.3 de la Carta de las Naciones Unidas, firmada en junio de 1945 en San Francisco USA y en el artículo 3.j) de la carta de la Organización de Estados Americanos (OEA), firmada en Bogotá, Colombia, en 1948. Esto quiere decir que tanto en México como en el resto del mundo la equidad de género es un Derecho, no una prebenda o concesión.
Desgraciadamente, aún con la existencia de normas y tratados a favor de la igualdad y respeto a la mujer, en todo el mundo, día a día millones de mujeres son maltratadas física y psicológicamente, son discriminadas, humilladas, mutiladas, violadas y asesinadas por el solo hecho de ser mujeres.
Es aquí y ante esto que el Estado mexicano debe revisar las leyes para sancionar esas actividades y su correcta aplicación por parte de los órganos jurisdiccionales. Como sociedad estamos obligados a fomentar su respeto expreso e incondicional, en todos los espacios de la vida cotidiana, el mayor ejemplo inicia en casa.
Así hemos vivido en últimas fechas la expresión ordenada y valiente de miles de personas que hacen de la manifestación pacífica el medio de comunicación más eficiente, expresando el hartazgo ciudadano por la enorme inseguridad provocada en gran medida por la impunidad que existe en México, que sin duda nace por el desprecio y maltrato a nuestras instituciones.
Estoy convencido de que el mayor problema que enfrentamos es el de la impunidad y el del alejamiento del estado de derecho y, por supuesto, la denostación a las instituciones de la república.
Hay que regresar al orden social, concientizar a nuestros hijos sobre el valor que tienen las mujeres en todos los ámbitos sociales, así nos lo hicieron ver el día de ayer.
Fotos de Guadalupe Zúñiga / El Heraldo de Puebla y Facebook @ cesarsotomayors