Dr. Leopoldo Altamirano Robles
Es claro ya en este momento que el virus llegó para quedarse y que pasarán varios meses antes de que se pueda tener una vacuna o un medicamento que pueda frenar la expansión del COVID-19 y nos ayude a regresar a la antigua realidad, que quisiéramos tal vez, volviera a existir.
La así llamada nueva realidad nos exige un cambio de conducta en los patrones y formas de ser que ejecutábamos antes. Esto es válido también para las empresas, las cuales deben adaptarse a la nueva realidad. Las grandes empresas lo vislumbraron desde hace ya tiempo, pero para las micro y pequeñas empresas no siempre es así. Hay algunas de estas últimas que han hecho algunos cambios en la forma de operar, pero hay otras que incluso niegan la existencia de la pandemia.
Hay, por ejemplo, negocios que restringen el acceso a un número grande de clientes para evitar aglomeraciones, aunado al uso de cubrebocas obligatorio. Hay los que han optado por atender a los clientes desde una sana distancia, poniendo una separación física entre cliente y personal de la tienda, pero están los que siguen operando como si nada pasara, y estos últimos no son pocos.
La recomendación para estos casos y para todos en general, sería la expedición de un procedimiento general nacional, regional, municipal, para que puedan operar todas estas empresas y en general a todas las instituciones que tengan relación con personas externas al establecimiento. Este procedimiento debería ser discutido en las diferentes cámaras de comercio, los conglomerados de empresas y con los empresarios involucrados en general. Solo de esta forma se tendrá un control realista de la tasa de contagio y permitirá la reactivación de la economía. Aquí el papel del Estado es fundamental, no solo como ente regulador sino como promotor y patrocinador de las acciones necesarias para que este nuevo funcionar tenga en cuenta la salud de todos los participantes. Debería ser exigible el uso de cubrebocas al acceder a un negocio, el negocio debería tener trampas para desinfectar los zapatos de los que entran, la disposición de gel antibacterial para entrar al establecimiento con las manos limpias y la sanitización de los espacios de manera periódica, son algunas de las medidas que hay que establecer. Por supuesto, si es posible mover la atención de los clientes a la modalidad a distancia, seria muy conveniente.
Ejemplos de estas políticas las podemos encontrar ya en la CDMX, en varios estados de la república y en otros países que van más adelante en cuanto al desarrollo de la pandemia. Lo importante de las políticas es que se debe coadyuvar a que sean aplicadas, no de forma coercitiva, pero si de forma firme y solidaria. Solo así haremos de la nueva normalidad, una normalidad segura, a la cual podemos adaptarnos rápidamente.