Las poblaciones limítrofes de Jalisco y Michoacán distan 259 kilómetros. El recorrido en la carretera requiere, por término medio, tres horas. Es un trayecto corto y un poco tortuoso pero que, con cualquier auto flamante resulta sumamente cómodo, a no ser que el viajero vea interrumpida su travesía por el asalto de un grupo de encapuchados dispuesto a darle un billete al infierno.
Tres ocasiones, según los pobladores, ha ocurrido esto en dichas vías en los últimos meses. Y lo que ha desatado la alarma no ha sido que ocurriese en la convulsa “zona cero”, donde el narco tiene en jaque a la propia Guardia Nacional, ni que en ocasiones se desvalije milimétricamente a los ocupantes de los vehículos, sino que el objetivo final del ataque sea reclutar por la fuerza a pasajeros para engrosar las filas del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Las víctimas suelen ser conductores solitarios o familias enteras. La autoría de los “levantones” está a cargo del CJNG, que se disputa a sangre y fuego el territorio con el grupo criminal de Los Viagras. En esta feroz guerra, el control de las carreteras, principal paso de droga, es un elemento básico. Cientos de sicarios las vigilan.
A veces, las huestes de Nemesio Oseguera Cervantes, el “Mencho”, se visten de militares y despliegan falsos retenes, otras secuestran a plena luz del día, con tranquilidad, sin la presencia de las autoridades.
Con información de Infobae
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