Dr. Leopoldo Altamirano Robles
Recientemente recibimos la noticia de que Brasil le apuesta a las tecnologías relacionadas con la programación, construcción y manejo de vehículos autónomos como un área estratégica de desarrollo económico de su país. Esta acción es tomada desde su Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovaciones, siguiendo la tradición de fortalecer su sistema de ciencia, tecnología y educación, tradición iniciada desde los tiempos de Dilma Rousseff y que Bolsonaro, el actual presidente, lejos de terminarla la ha continuado.
Pero donde estamos en la actualidad como país en comparación con los países que llevan la delantera en esta tecnología. Veamos por ejemplo una evaluación que analiza qué tan preparado está un país para recibir y adoptar la tecnología relacionada con los vehículos autónomos. En un estudio reciente elaborado por una empresa consultora en la que se incluyen los 30 países más preparados para hacer rodar por sus calles los vehículos autónomos, tenemos que solo 3 países en esta lista están en la región latinoamericana: Chile, México y Brasil. ¿Y en qué lugares están? Chile en el 27, México 28 y Brasil en el 30. Por otro lado, Singapur y los Países Bajos ocupan el primer y segundo lugar, Estados Unidos el cuarto y Japón el 11.
Mejorar en este índice de preparación para recibir esta nueva tecnología incluye no solo la parte tecnológica y de conocimiento: incluir o mejorar en nuestras universidad e instituciones de educación superior los temas relacionados a la generación de vehículos autónomos, sino también la adaptación y mejoramiento de la infraestructura vial para que esto ocurra, así como la modificación del entorno social para su aceptación y la modificación de la leyes relacionadas a la conducción autónoma. Uno puede imaginar el caso cuando un vehículo autónomo produce un accidente vial: ¿a quién le echamos la culpa? ¿Al pasajero del vehículo, a la empresa que construyó el vehículo o al vehículo autónomo?
Todavía es tiempo de subirnos a esta tecnología, de no hacerlo así, dentro de pocos años veremos cómo países como Brasil y Chile no solo nos rebasaran en esta carrera inédita, sino que también nos dejarán por varios lugares en los rankings internacionales, distancia que después difícilmente podremos recuperar.