“Si la educación te parece cara, prueba con la ignorancia” (Albert Einstein)
Definitivamente, hay que ser agradecidos con la oportunidad de vivir, pues es un privilegio. Se nace y muere, aunque anhelamos gozar de la vida por un largo tiempo y de forma plena, con salud, amigos, familia; siendo felices.
Las banalidades materiales que se nos imponen como moda y como patrón de éxito, producto del capitalismo extremo, voraz, no son sino un espejismo, un engaño del que sólo nos percatamos con los años, con la experiencia. Ni el capitalismo neoliberal ni el socialismo-comunismo radical han sido respuesta a las necesidades sociales humanas, los extremos jamás serán la respuesta adecuada. Quizá una mezcla de capitalismo y socialismo sería más acorde a la naturaleza humana, capitalismo mesurado que procure a la persona frente a la ganancia usurera.
Vivir se ha transformado en un deporte extremo. Todos los días nos enfrentamos a múltiples circunstancias naturales, que pueden recortar nuestra aún corta vida, y, si a esas condiciones, le adicionamos los eventos provocados por nosotros los humanos, generamos un particular ritmo y calidad de vida que estamos enfrentando como sociedad. Mis respetos a las familias y a las personas que atraviesan por un proceso de enfermedad o duelo.
Por ello, para aprender a vivir bien, requerimos invertir en educación, pues sólo con conocimientos y una mente educada para pensar, razonar y decidir con inteligencia, podremos superar, e incluso evitar, las enfermedades, los agentes naturales que nos dañan, cuidar del medio ambiente (porque somo parte de él) y las causas artificiales que generamos los individuos.
Una persona educada, preparada, con valores y principios, respeta, si, en efecto, respeta a otros y se respeta a sí mismo; pues conoce sus habilidades, capacidades, alcances, así como sus limitaciones.
Tal como nuestro pasado más remoto, continuamos comentando sobre la vida y muerte. Las noticias siguen sorprendiéndonos ante tales eventos, como una premisa natural del ser humano, por ello, ahora discutimos sobre la eutanasia, la legalización del aborto, la pena de muerte ante la comisión de ciertos delitos que lesionan a la sociedad en demasía, los ecocidios, los homicidios, los feminicidios.
Ciertamente son tiempos violentos, aunque en la historia de la humanidad siempre lo ha sido. No es fácil vivir, por ello, insisto, se debe invertir en educación. Las nuevas generaciones deben saber los retos a vencer para continuar habitando en el mundo. Las tecnologías implicarán que cientos de personas sean desplazadas de actividades económicas, que en el futuro próximo dejarán de serlo. Vivir será aún más complicado para unos, separándose las brechas socio-económicas.
Mientras tanto, resulta una tragedia la lastimosa realidad de muchos de nuestros congéneres, sea ante los estragos del virus SAR-COV-2; los excesos de alcohol, drogas; la carencia de alimentos. Y la solución más evidente es apostar por la educación.
En efecto, se requiere educación para todo: a) Para investigar los virus y contrarrestar sus efectos, curando y evitando que las personas se contagien y enfermen; b) reducir o eliminar la violencia, que se observa diariamente en lesiones, robos, secuestros, violaciones, entre otros delitos, incluso con exceso o abuso de la fuerza, pues hay que infundir miedo o terror; c) eliminar la violencia intrafamiliar, pues no hay nada más atroz que un menor sea violentado en su circulo de mayor confianza; d) eliminar las desapariciones forzadas, los homicidios, las muertes por xenofobia y los feminicidios.
A la fecha, todavía me cuestiono ¿cómo es posible que una persona disfrute hacer sufrir a otros, privar de la vida o de la libertad, sólo por placer o por dinero? ¿Qué hemos hecho como sociedad para vivir estos acontecimientos violentos? ¿Qué nos lleva a buscar vivir los extremos sin importar las consecuencias?
Las jóvenes generaciones deben educarse para evitar los excesos y valorar las consecuencias de sus actos u omisiones, mostrándoles que no es sólo por cuestiones de dinero, sino las implicaciones emotivas que pueden causarse.
En esa tesitura, si bien el alcohol es legal en su consumo desde hace varios años, todavía no aprendemos a moderar su consumo. ¿Se han considerado estos efectos al regular la legalización de la marihuana? La sociedad ¿pedirá ir más allá, hasta regular cualquier tipo de droga, sea natural o sintética? El ámbito de la libertad es amplio, pero no absoluto, tiene límites y debemos encontrarlos como colectivo que somos.
Resulta, por demás lamentable, que nos hemos acostumbrado y ha dejado de sorprendernos los frecuentes accidentes viales causados por exceso en alcohol o drogas, que alienta la adrenalina de la velocidad, aunque reduce el control y la consciencia. No es dinero, sino personas. Se debe ser consciente que al conducir bajo el influjo de algún agente que altera nuestra capacidad de atención podemos provocar un accidente en el que otra persona pueda ser lesionado o muerto, acabando con una vida que no tenía por qué ser acabada, que no quería dejar de existir. Esa persona que se ha afectado es hijo(a), madre o padre, esposa (o), hermana(o), se trata de una vida, que estamos obligados a respetar.
El salir de casa genera un riesgo cada vez más alto, la posibilidad de enfermarse de COVID19, de ser atropellado, de morir en un accidente vial, ser asaltado o robado, o que te secuestren, en fin, los obstáculos son cada vez mayores y sin educación, estamos generando condiciones que caen como “anillo al dedo” para unos; o acaso no se han puesto a pensar que puede existir un plan maestro para reducir la población, ahora que la tecnología no requerirá de tantos millones de humanos; que podemos encontrarnos en una selección social, no natural.
Son tiempos de cambios y transformaciones, vertiginosos. Necesitamos educación, para saber, pensar, discernir, decidir, actuar, respetar. El futuro de la raza humana está en juego, o no habrá un mañana. ¿Estamos preparados?
Comments 1