Raymond Jolicoeur
El Papa Francisco publicó este mes su tercera encíclica. En la cual arremete contra el capitalismo rapaz y desmesurado que domina gran parte del mundo actual.
Con la llegada de Ronald Reagan, Margaret Tacher y Carlos Salinas de Gortari, entre otros, empezó un «laissez faire » que trajo como consecuencias una desigualdad extrema: 1% de la población mundial monopoliza el 50% de la riqueza mundial. En México la situación es todavía peor. La desigualdad social es más marcada y triste.
El capitalismo se salió de control, se convirtió en un sistema cruel que sólo le importa favorecer a unos cuantos a costa de la salud de la humanidad creando, por ejemplo, una industria alimenticia voraz y sin escrúpulos que enferma y hasta envenena eventualmente al consumidor.
Así como la destrucción de la ecología por parte de fábricas y demás empresas, acción que queda impune bajo la protección de los gobiernos corruptos.
El dinero es lo único que importa en el mundo capitalista.
El Papa Francisco condena el dogma neoliberal y critica la especulación financiera y el virus del individualismo.
Bien hecho señores.
De eso habla cuando critica el neoliberalismo.
La Cuarta Transformación surgió del deseo de un hombre soñador que quiso acabar con la corrupción de un país bañado de violencia, que es producto de la pobreza causada por la tremenda desigualdad social; una jungla donde pocos ricos tienen más oportunidades y capital y a ellos les toca por ende gran parte de la riqueza de este país. Por favor no me malinterpreten, no estoy tratando de verme como un comunista. Simplemente aplaudo las nuevas políticas que López Obrador que ha implementado en el poco tiempo que lleva en el poder, tales como su programa de becas para estudiantes pobres, otorgar a los cuentahabientes del Infonavit sus ahorros directamente sin pasar por instituciones ladronas y corruptas. Nunca nadie se metió a los trancazos en contra del narco y los gobernantes corruptos dueños ambos de nuestro país como López obrador. Por eso le va cómo le va.
Pero ese será otro tema a tratar
Teniendo menos desigualdad, tendremos menos pobreza menos violencia. En otras palabras, primero los pobres. La verdad es que no debemos permitir qué gane el virus de la codicia.
Tenemos que ser seres humanos compasivos, respetuosos de nuestro planeta. Ese planeta es finito, no podemos permitir su destrucción en nombre del dinero. Es tiempo de equilibrar las cosas.
Estoy convencido que eso solo sucederá con gobiernos y ciudadanos consientes de la necesidad de trabajar por un mundo mejor. Para un mundo mejor se empieza con más oportunidades para los olvidados.
En su reciente documento, ‘Fratelli Tutti’, el Pontífice nos dice que el desarrollo no debe orientarse a la acumulación creciente de unos pocos. Ese virus del individualismo radical es el virus más difícil de derrotar.
En algún momento venceremos al virus del COVID.
Pero dudo que podamos vencer el virus de la ambición desmedida que está destruyendo a la humanidad.
Que Dios nos ayude
VIVE LE MEXIQUE!