Rodeada de controversia, chismes y nostalgia, por fin llegó a las salas de cine una de las películas más esperadas del año: Lightyear.
Este filme de animación trae de vuelta a uno de los personajes más entrañables para los hoy treintones: Buzz Lightyear; sin embargo no veremos a este guardián espacial tal y como lo recordamos, siendo el juguete con sueños de grandeza que vive en la habitación de Andy… y este gran detalle podría resultar un problema para los nostálgicos ridículos a los que les gusta soltar la frase “arruinaron mi infancia”.
No, esta historia no es una precuela o secuela de la franquicia de Toy Story, sino un Spin Off de “la persona real” que inspiró la creación del juguete, claro, en el universo ficticio de Pixar. Y aunque este astronauta comparte rasgos físicos y de personalidad de Buzz Yogurth Light, este largometraje está pensado para encantar a los que son niños ahora, no a chavorrucos aferrados a la cultura pop de su niñez.
Esta es la primera película que Disney estrenó en cines luego del largo encierro por COVID-19, y aunque se auguran buenos resultados en taquilla, podría causar decepción a todos los que van por las falsas promesas de nostalgia. Probablemente Lightyear se convierta en una de esas películas palomeras que ves una sola ocasión en la vida y nomás para poder dar tu opinión no pedida en conversaciones casuales.
Pero el verdadero chisme y controversia se centra en los primeros momentos del filme, donde se incluye una escena LGBT, concretamente un beso entre dos mujeres, razón que le valió la prohibición en varios países del Medio Oriente y Asia. Y aunque algunos de estos países solicitaron la eliminación de la escena, la casa del ratón se negó y el veto al largometraje fue un hecho.
Justo en el mes del Pride, esta noticia resultó indignante, pues para algunas personas es un tema que ya no debería estigmatizarse… pero no hay que perder de vista que en la mayoría de los países donde no se estrenará Lightyear la homosexualidad no solo es considerada inmoral, sino que también es un crimen que se persigue y castiga.
Y bueno, tampoco hay que ir tan lejos para visibilizar la intolerancia y aversión hacia la comunidad LGBTQ+, porque una parte considerable de los mexicanos no ve con buenos ojos el incluir a personajes no heterosexuales en productos infantiles.
Pero les guste o no, la cosa es así, sabiendo que esta es una película incluyente, los padres de familia pueden decidir si compran los boletos del cine, sin hacerla de a tos. Porque mientras para unos es “material sensible”, para otros es una forma de mostrarle a sus hijos la diversidad y fomentar respeto.
Hay que reconocer que aún nos falta mucho para entender que “Normalizar” a este tipo de personajes en el cine y la televisión no es sinónimo de “fomentar” o “convertir”, sino que se trata de visibilizar que sin importar nuestra orientación sexual, todas las personas podemos ocupar un espacio en la sociedad, nuestros derechos deben ser respetados y merecemos ser tratados con amor. Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.