Con un saludo cordial y fraterno a Erick Becerra, director de este diario, por su tercer aniversario.
En términos estrictamente lingüísticos, “política” se deriva de la raíz griega “polis”, que significa “ciudad”. Por eso “política” es “el arte o ciencia de gobernar”. Y es que las “polis”, por su magnitud, requerían de una organización y de una administración.
De “política” se deriva “político-a”, término que incorpora el sufijo “ico”, que significa “lo relativo a”, con doble carácter gramatical: de adjetivo, como en “acto político” o “actividad política”, y de sustantivo, como en “fulano es político” o “zutana es política”.
Otras acepciones de “político” son “cortés” y “frío”. La primera tiene que ver más con las relaciones humanas y se convierte en un adorno del buen político, porque lo acerca más al humanismo y al arte. La segunda, en cambio, se atribuye a aquellos políticos duros, más cercanos a actitudes de prepotencia y a los elementos de la ciencia, pues todo lo quieren resolver a base de números, de estadísticas, verbigracia, la inseguridad o la economía.
Otra palabra derivada de “política” es, por supuesto, “politiquería”, emparentada más bien con aquello de “grillo” o “grilla”, derivadas éstas del nombre del animalito que en las noches hace ese ruido peculiar por el frotamiento de sus patas, el “cri-cri” que el célebre Francisco Gabilondo Soler supo captar tan bien. Se le llama “grillo” precisamente a quien se la pasa rumorando, haciendo ruido, sin mucha sustancia, es decir, un “politiquero”, referido este término a alguien que se dice “político” pero que en el fondo no lo es.
Una palabra más que está vinculada con “política”, si bien no en términos formales, es “diplomacia”, por aquello de que no muchos políticos son buenos diplomáticos.
“Diplomacia” se deriva de “diploma”, documento oficial que acredita algún conocimiento. Por cierto, su raíz es el latín “diplo”, que significa “doblado”, esto porque tales documentos originalmente se entregaban precisamente doblados. La “diplomacia” requiere, aparte de una gran sensibilidad, una serie de conocimientos que colocan al término por encima de la “política”, igual que al “diplomático” sobre el “político”. El diplomático es casi un estadista. A Churchil se le atribuye la expresión “los políticos piensan en el presente, los diplomáticos en el futuro”. Por eso la esencia de la “diplomacia” no sólo es resolver los problemas del presente, sino sembrar las bases para que dichos problemas no existan en el futuro.
Gracias y hasta el próximo jueves.
* Lic. en letras españolas. Escritor, autor de carca de 40 libros. Conferencista.
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