La soberanía articula vocaciones, voluntades y principios irrenunciables de terruño, pueblo y civilización, siendo el “concepto simiente” en todo tratado de ciencia política. Si bien no hay estados sin soberanía, ni una idea de específica de ella, es al soberano a quien le corresponde encarnarla, darle voz, y decidir. Y lo hace de manera excepcional siempre ya, pues como hemos aprendido en casi un siglo de debates, que a su vez trataron de resolver los de la antigüedad clásica, la soberanía se contradice con las formas de gobierno democráticas y por ende precisa de un comisario que esté por encima de las leyes que rigen al cuerpo político, hecho por ciudadanos y residentes, para revelarse vía los exiliados al estatus de “matables sin ser sacrificables” (sacer). Esto que apasionó a filósofos y juristas nazis para ser desmenuzado por sus críticos, ocurre entre los mexicanos melodramaticamente como déjà vu. Ciertamente el dieciocho de marzo fue canonizado en el calendario cívico y de socialización política de la “dictablanda” pricolor como el “aniversario de la expropiación petrolera”. Como tal sería honrado en las escuelas públicas, plazas municipales y por los gobiernos estatales y federal. En términos coloquiales se le llamaría “el día del petróleo”. Menos porque se desconociesen los efectos corruptores de la explotación del hidrocarburo en los desgraciados enclaves del Golfo donde se asentó la muy nacionalizada y nacionalista industria, o la migración de michoacanos que llevó a esos distritos (con todo y “carnitas”), sino porque era la forma de celebrar al soberano que, válgase la rebuznancia “salvó a la soberanía nacionalizando el petróleo.” En lo que ahora se llama con desdén “historia de bronce”, corriendo el riesgo de ser expuesto como “clasiracista” por los proxenetas de la falsa indignación, pero la inmunda codicia, explotación, y abuso de las compañías estadounidenses, británicas y neerlandesas fue zanjada por el héroe mítico de los priístas. Sea que militen aún en el expartidazo aplanadora o su reencarnación, los residuos de ahora y endenantes (PARM, FCRN, PRD e incluso la farsa naranja), pero la esfinge es resarcida por no figurar ni en la historia latinoamericana, cuantimenos mundial, operando para el culto político provinciano (“nomás mis chicharrones truenan”).
Los significados de la expropiación petrolera no están en el guion de los homenajes escolares o de ayuntamientos, empero. Tampoco en las estampitas o láminas con sus ingenuos cromos y babeantes textos, sino en lo que se ha ido haciendo con PEMEX sexenio a sexenio, región a región y generación a generación. Si algún adulto siguiese tan afectado como la niña purépecha al declamar el infame poema de Sinforoso Elias Ruiz (TATA LÁZARO) y que ha circulado como precursor al Tiktok por YouTube desde el sexenio pasado para burla, cotorreo o recordatorio de la miseria, ciertamente le recetaríamos su dosis de chochos. Quizás en algunos páramos michoacanos degradados por las secciones sindicales de maestros rurales pueda ser rescoldo de cierta nostalgia, pero jamás nadie se atrevería a darle el estatus de un parteaguas nivel “Dieciocho Brumario” al “día del petróleo”. De hecho, hogaño languidece en medio de dos fechas: San Patricio y el equinoccio. Saber qué día celebrarán a nuestros hermanastros güeros fuera de iglesias y casas, con desfile y embriaguez pública hace que omitamos lo horrendo de sus gaitas, sumándonos al batallón. El santoral es inequívoco, como que “los gringos no hacen puente entre semana” y la parranda debe esperar al sábado más cercano. Si como este año, cae el 18, así sea, prestos a vestir la prenda verde de los fenianos y andar pellizcando a quién no la porte en el pub. Temo al terrible efecto de la serie Peaky Blinders sobre los cortes de cabello de la muchachada, no así que hayan aprendido algo más que a hacer submarinos con Guinness y Jameson. De menos que sólo se pellizca a quienes sepan del asunto y es en el antebrazo nomás. Extendidamente, que, con el nuevo trato entre el Reino Unido de la Gran Bretaña y la Unión Europea, la pelea contra los protestantes es tan anacrónica como la guerra cristera. No miento al decir que los patricios son nuestros hermanastros pues vencieron a los malditos imperialistas—como buenos parientes pobres—pariendo a lo bestia. Aun así, seguiré pretendiendo fue por el martirio cristológico de Bobby Sands, en cuyo honor y canonización se liba hasta “llorar por él sobre el suelo de la cocina”. El 21 de marzo requiere menos elaboración, pues en el hemisferio norte se celebra el equinoccio de primavera, haya floración o no, con rituales propiciatorios a la fertilidad. Se evitan zonas arqueológicas porque el espectáculo que montan ahí los disfrazados de Mexican’t(s) es para extranjeros extraviados y da pena ajena. Eso además de las monsergas que produce “El Benemérito” entre gobiernos. Su papel ha sido también resignificado, perdiéndose el secularismo y la desamortización de bienes eclesiásticos, para sumarse al panteón indígena como otro santón del “poder prieto”.
Con todo, el presidente ha decidido que este dieciocho de marzo se conmemore el 85º aniversario de la expropiación petrolera como desplante de fuerza clientelar. Así acarreará al zócalo (no Plaza de la Constitución) a contingentes de todos los rincones de la patria. Huelga decir que el principal propósito es acojonar en lo imaginario, simbólico y real (sin mayúscula en este caso) a la “marea rosa” con que los whitexicans alucinan aún su “operación chocotorra” (del 26 de febrero del año corriente), para ahí entacucharse en la bandera de la soberanía, mezclando al Benemérito con niño héroe y Tata Mandón como santísima trinidad en él: aquel que define y está por encima de la ley. No faltarán ingenuos que fantaseen a Carl Schmitt le encantaría ver la transmutación del tribuno del pueblo en “comisario” sometiendo a la democracia a favor de las masas, omitiendo que pardas sólo las camisas le latían. Además, que ni chiste hay pues guindados al palo saben “lo guinda es verbo no sustantivo”. Sin embargo, no es el petróleo la sustancia o elemento clave atizando al significante soberanía. Suficiente alharaca se hace al respecto con el despropósito de la refinería de Dos Bocas en Paraíso (nombre del municipio, ironía aparte), Tabasco. Vaya a servir, tenga sentido, se justifique o lo que le nieguen, es un hecho será el mausoleo del presidente, además de deuda saldada con sus coterráneos.
Lo que anima este año al desborde patriotero, melodramático y fársico, es el ataque de la embajada, diputados, senadores, y parte del gabinete federal estadounidense respecto al fentanilo. Con la misma hipocresía que ellos responsabilizan a China y México de envenenar a sus ciudadanos y residentes con una droga sintética que los hace caer como moscas sin poder simplemente decir “no”, la línea es echar mano del archivo para refritear a un vocero de Sendero Luminoso. Al menos en las versiones que se recogieron en el Alto Huallaga a finales de los ochenta del siglo pasado y se reprodujeron, tanto en artículos especializados como prensa sensacionalista (entre ellos el bestseller prechiapatista del excanciller, “red diaper nepo-player”, muchacho viejo con ínfulas de púndito, siendo nomás otro güero conectado) a inicios de los noventa, destaca aquella que rezaba maso (parafraseo antes que citar textual): <<si los campesinos peruanos siembran coca y esa va a parar a Estados Unidos como cocaína, el movimiento sólo la regula dentro del territorio que gobierna. No impide su siembra porque eso es oponerse al campesinado que (en su racionalidad Robinsoniana) ha elegido cómo maximizar las ganancias de sus tierras y esfuerzos. Hacerlo alienaría a personas, facciones de clases y bases de apoyo específicas. Por el otro lado, no hay razón alguna para ayudar a nuestros enemigos que además de imperialistas son unos degenerados. Si ellos eligen matarse con un pasón, no es problema nuestro.>> Tres Doritos después, el fentanilo no es cultivado sino mezclado con precursores químicos importados de China y la India ex profeso. Eso se hace en México y mal, sin capacidad ni controles de calidad, mezclando elementos de la sustitución de importaciones con el modelo maquilador, esto es, lo peor de dos remedos productivos para infamia de la marca “chafamex” (malograda en el mercado cannábico como Mexican Street Shit y peor en los de café orgánico a solidario remate). Los adictos buscan el olvido y supresión del dolor, yéndose antes de tiempo con su papacho celestial. Sabemos los modelos de interdicción son insuficientes, la “guerra india” que es la del narco la hemos pagado demasiado cara en sangre, y que fuera de los intentos de “reducción del daño” que se reservan para sus tecatos (blancos, burgueses, suburbanos y educados) nada ha funcionado. La pregunta es si realmente se puede ser tan cínico para usar a Sendero de modo “presentista”. Algunos profesores universitarios, normalistas rurales, (n)a(r)ctivistas y rencorosos que culpan de todo a los gringos son una cosa; el soberano, en tanto voz encarnada del pueblo y quién define la ley, otra. Sabemos que los peruleros (con los cubiches) son ciertamente nuestros hermanos lingüísticos más legítimos (los de los virreinatos y capitanías donde se vocea tantito menos), como que también la pasión del maestro rural con su lapicito ya sin su sombrerote “en cana” ha sido sufrida como propia, pero ni MOVADEF ha aceptado ser parte de Sendero (onda Herri Batasuna a ETA o Sinn Féin al ERI), como que es inaceptable mantener ese desprecio ante las poblaciones estadounidenses (sus gobiernos son escandalosamente asquerosos pero se cuecen aparte). La mayor ofensa es la pretendida ignorancia mintiendo los adictos son de un solo tipo y por ende no es nuestro asunto por atascados haya unos miles de Rednecks menos al año. No importa si como todas las lacras estadounidenses nos llega, mata paisanos, es consecuencia de sus faltas o no, es imposible desentenderse abusando del significante “soberanía”. Es irrelevante la manera en que será recordado el presidente una vez termine su sexenio. Sabemos todo jugará en su contra aún logrando su movimiento partido se agandalle la elección, como también que la gente que participe en la marcha se encogerá de hombros con un “me llevaron condicionado” o “no sabía de eso que dices ni me interesa”. Entretanto habrá un “18 embarrado de AMLO”.