De la misma manera que con otros golpes de realidad, tratar de entender al matadero de Teuchitlán ha tomado días. Desde los aberrantes encabezados de la prensa que lo banalizan como “el Auschwitz mexicano” en el más repugnante oportunismo, hasta quienes tratan de administrar la telenovela del heroísmo de las madres buscadoras. Este es un caso que escapa a la prensa, precisamente porque el hallazgo y su descripción, no serán nota del día, condenada a morir tras su cosecha de likes en redes. No puede ser así, simplemente porque con él es que comienza a resolverse dónde están los restos de las decenas de miles de desaparecidos en la guerra de México contra sí mismo. Por principio de cuentas, es parte de una guerra entre partidos y niveles de gobierno, procuradurías y fiscalías, así como políticos, evidenciando el contubernio que todos sospechamos, pero no podíamos probar. Con los retazos y filtraciones de esas confrontaciones es que iremos armando un relato interpretativo apoyado en la evidencia forense y del proceso político. Es una perogrullada reiterar que las policías locales sabían de él (y de los que se encontrarán como efecto dominó a partir de la semana entrante). Lo es porque son las mismas policías quienes los operan y resguardan alimentándolos en toda la extensión de la palabra. Los policías son puestos por políticos electos o de nomenclatura y lo hacen en acuerdo con los grupos del crimen organizado dominante en cada localidad, región y límites político-administrativos.
Así como esa, también es una obviedad agraviante, que operadores políticos de los partidos que gobiernan en distintas entidades federativas saben mantener un amplio portafolio de acciones criminales en las sombras. Esa es quizás la parte más inmediatista y periodística de la semana. ¿Por qué ahora y por qué Jalisco? Ante ello las principales respuestas son, por la presión de la administración Trump que ha calificado como intolerable la connivencia entre crimen y sociedad política en México. Antes de que se filtre desde Estados Unidos las múltiples que hay dentro de la coalición gobernante, se dirige la atención “a las mulas de mi compadre”. Esto es, a un estado relevante en que alcaldía y gubernatura son de un partido que sin ser opositor a nivel federal es una veleta prostituible y por ende sacrificable. Jalisco tiene la segunda ciudad más grande de México, la universidad pública con el mayor presupuesto aprobado legalmente y la mala fama de no saber perder. Ahora tienen que tragarse el primer golpe, pues al gobernar el estado y sus ciudades más importantes, siendo esa la única entidad donde Movimiento Ciudadano sí parece partido, es en uno de sus “solares baldíos” donde se “encontró” el matadero.
Vendrán más. En Tamaulipas, Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, etcétera, mostrándonos el grado de abyección de la formación social que anhelamos sea país, pero la marca será asociada a ese municipio que nadie fuera de la zona y quizás establo sabía existía. No es Guanatos, Zapopan, Vallarta, San Juan de los Lagos, Chapala, Tequila u otra localidad afamada de cheros. Es un terregal demasiado apto para que sea lo que se grabe como referencia. El primer golpe, de parte del quienes pueden destapar la lata de los gusanos va contra ese remedo de partido que se ofrece como “alternativa” de derechas e izquierdas demasiado devaluadas y acojonadas para ser oposición. Sin embargo, el efecto real no es golpear ni al gobernador Lemus, con quien hubo una agria disputa poselectoral, mucho menos al alcalde del otrora desconocido páramo, legisladores o serrallos de piruetas y efebos del ITESO y la UdG, sino afirmar que “todos los partidos y gobiernos son iguales”. Entidades salvajes como Veracruz o Guerrero son los referentes históricos de la mano negra, guardias blancas, guerra sucia y bestialidad política del PRI. Respecto a ellos es que los demás se miden en grados de sevicia. Tras las acusaciones filtradas contra grupos y facciones de Morena desde los Estados Unidos, ni PAN, (en Guanajuato y Querétaro), ni el Verde (en Chiapas y SLP), la van a librar. Acaso y sólo por su insignificancia al no gobernar ninguna entidad federativa, el PT pueda mantenerse como lo que es: una plasta pegada a quién mande.
Así como pocos fuera de Guerrero sabían lo que era Ayotzi, hasta que se logró un relato a modo como bomba política, así Teuchitlán vivirá en la ignominia. No necesariamente contra la administración federal actual, que finalmente lo achacará al pasado. Qué tan al pasado es otra perogrullada. El crimen organizado no comienza con Morena, sino que es consustancial a la formación del Estado. Ya en lo atinente al “narco” será por iniciativa de los Estados Unidos, pero con el apoyo, respaldo y dirección del Ejército y poder ejecutivo en México. Su manejo se saldría de control con la “transición a la democracia” que quiere decir la miasma clase política gobierne desde varios partidos haciendo distintos y diferenciados tratos. Siendo Fecal la némesis del capo de Morena, se irán contra él, tratando de ensuciar aún más el panorama, pero la demografía es una ciencia exacta y los números de occisos y desaparecidos han crecido en proporciones medibles contra los sexenios. Si el PRI permitió que en su etapa monopólica se instalasen esos negocios, y el PAN fue corrompido por una fallida estrategia, con Morena se expandieron como enredadera.
Hasta dónde en Morena y qué facciones es lo que viene. La lista de zaleas a exhibir entregándoles a Estados Unidos se barajea ya desde hace semanas y tiene hasta el 2 de abril para cumplirse. Jugando con Trump al día de los bobos (April Fools’ Day), un plan es darle gato por liebre el primeroAhora bien, una vez destapada la cloaca, no hay control de lo que aparezca ni cómo se adelanten diferentes facciones para inculpar a otros antes de que les toque a ellos. Como en senda rola de El último de la fila adaptada “…los morenascos se destrozarán con esa crueldad que les da el miedo”. Aun si le informasen de la importancia del 2 de abril entre poblanos, oaxaqueños y veracruzanos, por su héroe que hizo del Malamor nuestra casa común, Trump puede pedir más o haber recibido para entonces más de lo que está exigiendo como muestra de subordinación, vasallaje y genuflexión.
También y como “cuchupeta y mecambrea” local crecerá exponencialmente el apoyo a las agrupaciones de búsqueda de desaparecidos (no sólo mamachas), pues será a través de ellas que se den pitazos, hallazgos y sigan jugando el juego político al que están supeditadas. Son telenovelas que pueden o no valer la pena. Todo depende del servicio de streaming o productora, como de la sofisticación de las audiencias. Creerlo es así como con tantos cultos e idolatrías, cosa de cada quien. Un efecto inesperado es que podremos corregir el halagar a matarifes como sicarios como hemos hecho con el mote de cartel para criminales abyectos en su “corrientés”. Quizás un día podamos tener un término adecuado para lo que emana de “lo político” en una formación estatal dependiente, contrahecha, criminal y aberrante. Ese matadero y los que vengan no son espejo, quizás eco, pero sin duda nuestra marca y falta.
Foto de EFE