Ernesto Ordaz Moreno
«Protestar reunidos, al unísono, alzando la voz, una libertad que tenemos en una sociedad libre y democrática; si se criminaliza o reprime se acaba la democracia»
Definitivamente, el México moderno se encuentra en un cambio constante, una revolución, cuyas voces comienzan a surgir de lo más profundo de la sociedad en la búsqueda no sólo de un cambio sino de mantener la libertad y mejorar las condiciones en las que viven una gran cantidad de mexicanos en nuestro país. Esta situación se aceleró motivada por la crisis de salud provocada por el virus SARS-COV2 (COVID-19), que aceleró la crisis económica y, estas dos, aceleraron la crisis social, exhibiendo el hartazgo y la violencia que se padece día con día.
Ante estas nuevas circunstancias, la brecha digital y cambios de paradigmas, se realza el papel fundamental de la Constitución General de la República, pues en nuestra Carta Magna están reconocidos los Derechos Humanos de todos nosotros. Y, si bien el individualismo, así como el liberalismo están adecuándose a los nuevos tiempos, vale la pena contar con el reconocimiento y protección de dichos derechos para continuar gozando de la vida y de la libertad.
En esta ocasión, se recalca el derecho de reunión, previsto en el artículo 9 de la Constitución Política, como un derecho sustancial en el Estado de Derecho democrático, representativo, federal, que tenemos en México. Su importancia radica en que, a través de la reunión, nos congregamos para expresar ideas, emociones, defender intereses, externar quejas, protestas, inconformidades de cualquier índole; al reunirnos nos comunicamos. La existencia de este derecho involucra al derecho de libertad de expresión, el derecho de asociación, el derecho de opinión, libertad de pensamiento, el derecho de protesta, entre otros.
Aclaro, se distingue el derecho de reunión del derecho de asociación, pues el primero es de índole temporal, con un fin determinado, que al verificarse pone fin a la reunión; mientras que el segundo, implica la creación de una persona moral distinta a los integrantes y tiene una duración más prolongada. Asimismo, el tema que nos ocupa, se le considera un principio democrático participativo, tomando en cuenta que la democracia procura el debate abierto para resolver problemas. Y si bien, es un derecho individual, su ejecución siempre será colectiva.
Reuniones hay de diversos matices, en lugares cerrados y privados, como en lugares abiertos y públicos. En cada una, existen particularidades, pero en todas, la autoridad debe garantizar la vida, la integridad y que no se afecten bienes ni a otras personas ni a los reunidos, por ello, se requiere que toda reunión sea pacífica, sin armas, que no se profieran injurias ni el uso de violencia o intimidación.
El Estado siempre debe garantizar este derecho pues la reunión para manifestarse, sea a través de una protesta, de un plantón, de personas en vehículos, se trata de una expresión por un cambio, por una inconformidad, que es preferible a los actos de violencia y el uso de la fuerza. Luego, debemos aceptar que, si en una reunión de manifestación se actúa con violencia, se cruza la línea de la legalidad para cometer una conducta penal de quien cometa la conducta puesto que ningún derecho humano es absoluto, todos tienen límites, el respeto a los derechos del otro.
Diversos autores refieren como límites la seguridad nacional, la seguridad pública, la defensa del orden, la prevención del delito, la protección de la salud, la protección de los derechos y libertades, entre otros. Todos estos límites son válidos siempre que la autoridad no cometa actos de arbitrariedad con discrecionalidad.
Las manifestaciones que afectan el libre tránsito en vías públicas, si bien alteran a los conductores y paralizan el tráfico, lo cierto es que debemos tolerarlas siempre que no se detenga en su totalidad dicho tráfico, pues toda manifestación de inconformidad, para generar ruido entre la sociedad, causa una molestia temporal a un sector, pero los espacios públicos, incluido el espacio urbano, está ideado para la libertad de las personas.
Lamentablemente, en estos últimos meses, hemos tenido noticia de reuniones de personas que se juntan para reclamar el reconocimiento de nuevos derechos pero destruyen inmuebles, causan lesiones a personas, o bien, se congregan para hacer justicia por ellos mismos, en algunos casos, sin que los supuestos señalados hubiesen cometido un acto ilegal, sin embargo, exhiben el grado de violencia y de inconformidad que subyace en la sociedad, y al dejarse llevar por las emociones alteradas, cual turba, pasan de ser víctimas, a ser victimarios, cuando la impartición de justicia no corresponde a la sociedad sino a un tribunal, nos guste o no; de lo contrario, estaremos retrocediendo a una época de justicia colectiva sin derecho a defensa y, eso es muy grave.
Es cierto que las circunstancias personales de cada uno de nosotros están muy complicadas, pero la violencia sólo genera más violencia y destrucción. Las protestas deben ser a través del derecho de reunión, manifestando ideas, reclamos, en forma pacífica, alzando la voz, con argumentos que sustenten lo que se pide. Sólo así lograremos concretar el salto de brecha a una nueva era digital donde los paradigmas cambiarán y tendremos, unidos, que salir adelante.
La fuerza común de todos nos protegerá ante cualquier circunstancia. México ha demostrado que es un pueblo solidario, sigamos siendo ese ejemplo. Protestar sin derramar sangre, adaptarnos para reconstruirnos. Reúnete y haz equipo con tu comunidad. ¿Estás preparado para el cambio y participar colectivamente?