El pasado 3 de noviembre, la atención mundial se centró en la carrera por la Casa Blanca entre el actual mandatario Donald Trump y su rival por el Partido Demócrata, Joe Biden. También, en disputa los 470 escaños de la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, y un tercio del Senado, en manos de los republicanos.
El escrutinio de las elecciones presidenciales de Estados Unidos entró en su recta final en un ambiente de creciente tensión por las denuncias del presidente Donald Trump de un supuesto fraude y con Joe Biden perfilándose como favorito.
Tanto Trump como Biden se han mostrado convencidos de su victoria, pero es el exvicepresidente el que llevaba ventaja en una carrera que ha resultado ser mucho más ajustada de lo que habían adelantado las encuestas.
Este fin de semana, finalmente, la balanza se inclinó en favor del candidato del partido demócrata.
‘¡Paren el conteo!’, escribió Trump el pasado jueves en su cuenta de Twitter, donde sus numerosas denuncias de supuesto fraude han sido marcadas como desinformación y eliminadas por la red social.
En la noche del mismo día, el presidente volvió a salir a hablar de un supuesto fraude electoral del que no aportó pruebas, pero sí mencionó:
«Si cuentan los votos legales, nosotros ganamos fácilmente, pero si cuentan los votos ilegales pueden intentar robarnos las elecciones».
Esta fue su segunda comparecencia desde el día de las elecciones.
Sus quejas parecen girar en torno a la remontada del exvicepresidente una vez que se empezaron a contar los votos por correo.
Pero los observadores apuntan que, en medio de la pandemia, es normal que el voto por correo favorezca a Biden. El propio mandatario lo había criticado y había llamado a sus seguidores a evitarla. De hecho, Trump le dio la vuelta al resultado en Texas y en Ohio, donde el voto por correo se contó antes.
El presidente volvió a hacer referencia a la ofensiva judicial a la que se aferra. Ya ha dicho que llegará a la Corte Suprema. De hecho, su equipo de campaña ya ha iniciado acciones judiciales en varios estados clave, además de que anunció su intención de pedir un recuento en Wisconsin.
En Georgia, el equipo de Trump presentó una demanda por la denuncia de un observador republicano, según quien 53 papeletas que habían llegado tarde se habían agregado a los votos llegados a tiempo. El juez la desestimó.
Lo mismo sucedió con el recurso de Michigan para recontar papeletas depositadas por adelantado sin la supervisión de observadores de ambos partidos cuando el escrutinio estaba prácticamente terminado.
En Nevada, el Partido Republicano elevó una querella criminal al fiscal general, William Barr, por lo que aseguran fueron miles de individuos que votaron después de haber trasladado su residencia fuera del estado.
Un juez federal en Pensilvania también rechazó la solicitud de la campaña de Trump de frenar el escrutinio y ordenó que las autoridades permitieran la presencia de 60 observadores de cada partido.
Los funcionarios estatales alegan que nunca impidieron la presencia de observadores, pero expulsaron a uno de los republicanos que no respetaba las normas de distanciamiento social por el coronavirus.
Todo lo anterior se dio antes del anuncio del colegio electoral del día sábado, que de manera inmediata dio la vuelta al mundo, ya que el candidato del partido demócrata había logrado rebasar los 270 votos electorales que se necesitan para ganar la Casa Blanca.
Cada candidato tiene derecho a exigir un recuento en la mayoría de los estados, lo cual se concede generalmente si la diferencia entre los votos es mínima.
Este año hubo un aumento en la votación por correo y también es posible que la validez de estas boletas y hasta cuándo se pueden contar pueda ser cuestionada en los tribunales. Esto sucedió en 2000, cuando el máximo tribunal detuvo un recuento en Florida y falló a favor del republicano George W. Bush, quien se convirtió en presidente.
Si ningún candidato hubiera obtenido la mitad más uno de votos en el Colegio Electoral, correspondería al Congreso de Estados Unidos decidir. Serían los miembros elegidos en la misma jornada electoral quienes asumirían esta responsabilidad. La elección de un presidente se daría en la Cámara de Representantes, pero por delegaciones estatales. Los representantes se agrupan en los estados del que provienen, gana quien obtenga una mayoría de 26.
Este sistema, generalmente, favorece a los republicanos, ya que el voto demócrata está concentrado en los estados más poblados. El Senado elegiría al vicepresidente con el voto mayoritario de los 100 senadores. Esta ruta crítica, que muchos analistas percibían como una posibilidad, se ha desvanecido.
Aunque existe el precedente de la elección del año 2000, donde un proceso legal postelectoral dio la presidencia de Estados Unidos George W. Bush, expertos consideran que en 2020 las argucias del presidente Donald Trump no prosperarán en los procesos jurídicos después de la elección.
Julia Preston, excorresponsal de The New York Times y ganadora del premio Pulitzer, anticipaba que sí habrá algunos recuentos en estados como Wisconsin y Georgia, donde el margen entre ambos candidatos es pequeño y sí puede cambiar el resultado; sin embargo, a nivel nacional no ve un conflicto que pueda revertir las tendencias de la elección que, como se ha confirmado, favorecieron al demócrata Joe Biden.
Las fechas importantes para observar en las posibles disputas rumbo a la designación del próximo habitante de la Casa Blanca son:
- El 8 de diciembre, cuando las Cortes (pueden ser estatales o federales locales) tienen límite para decidir sobre la validez de la elección en cada uno de los estados.
- La Constitución de Estados Unidos establece que el segundo miércoles de diciembre (que este año cae el 14 de diciembre), el Colegio Electoral debe reunirse para votar la validez de la elección.
- El 6 de enero de 2021 deberá ocurrir la certificación de dicha votación del Colegio Electoral por parte del nuevo Congreso de Estados Unidos, que toma posesión el 3 de enero de 2021.
Ante el escenario de impugnaciones y los procesos en las Cortes, Blackmore aseveró:
«Las declaraciones infundadas de fraude del presidente Trump van a hacer pensar dos veces a los jueces si van a aceptar todas estas demandas».
Pese a que en diversas ciudades de la unión americana el número de personas que se han manifestado para impugnar la elección de Joe Biden ha disminuido de forma importante, que la mayoría de los medios de comunicación han proyectado el resultado definitivo, que el triunfo del demócrata en Pensilvania y en Georgia le da más legitimidad, pareciera que Trump no tiene previsto reconocer su derrota en el corto plazo y hará uso de los elementos que le permitan impugnar el proceso.
En la travesía jurídica que el presidente Trump amenaza con recorrer, tal parece que se irá quedando solo. Muchos de sus aliados, dirigentes del partido republicano y miembros distinguidos de su campaña, saben que esa aventura no prosperará.
Ya el día domingo, según CNN, gente cercana al presidente, incluida su esposa Melania Trump, le aconsejaron que reconozca su derrota.
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