Lorenzo Rivera
A pesar de que ya suman más de cinco millones de votos de diferencia entre Biden y Trump, este último no se ha rendido y ha interpuesto más de 17 demandas en cortes federales y estatales que si bien parecen inútiles, para el magnate ha resultado una forma de lidiar con su ego ante la inminente derrota.
Y es que, estas elecciones han resultado de lo más atípicas en la historia de EE.UU., desde el costo de la misma –más de 14 mil millones de dólares–, que ha sido la más cara en los diferentes procesos electorales de la Unión Americana, hasta la cantidad de personas que han manifestado su voto a través del correo electrónico (más de 100 millones) y en las calles, dando un total de más de 140 millones de votantes.
Mucho se ha hablado de que Biden tendrá la edad de 78 años al llegar al poder, otra cifra récord de estos comicios, sin embargo, llega a la Casa Blanca como un Presidente legítimo que está respaldado por ser el candidato más votado en la historia y por sus 36 años de experiencia legislativa en los cuales ha sabido ser un politico conciliador, capaz de negociar lo mismo con republicanos que con demócratas sin distinción, lo cual resulta muy atractivo al no lograr la mayoría en el senado.
A su vez, Joe Biden parece tener claros los retos a los que se enfrentará luego de cuatro años de la destrucción masiva de Trump, donde hubo de todo: desde su pelea con China hasta la construcción del muro con México, pasando por su insensibilidad ante el Covid19 y el movimiento #BlackLivesMatter.
La lucha durante la actual contingencia sanitaria, la recuperación económica –que incluye la política exterior y la reconciliación racial– fueron ejes centrales en el equipo de campaña del demócrata que sin temor a equivocarme formarán parte de su agenda ya como presidente, a partir del próximo 6 de enero y que pondrán un alto a la polarización de la sociedad americana, que a decir verdad, parece una epidemia mundial alterna a la que ya vivimos.
Frases como “Hice campaña como demócrata pero gobernaré como un presidente americano” y “Somos oponentes políticos, no enemigos”, hablan de un futuro gobernante que busca la reconciliación y la unión entre sus ciudadanos, lo cual urge para EE.UU. y que deseo sea ejemplo para muchos países de América Latina como nuestro México.