El año 2021 ha recordado a la humanidad la vulnerabilidad de la vida, de nuestra estructura económica y organización social, las cuales se han visto afectadas ante una de las peores pandemias de la historia y, para la cual, a pesar de nuestro desarrollo científico y tecnológico, no estábamos listos para enfrentar.
Desde hace algunos años, la humanidad presume que se encuentra en la cuarta revolución industrial. Hemos alcanzado, en nuestra concepción, el más alto nivel científico y tecnológico en toda la historia escrita, lo cual permitió que distintos equipos de científicos y tecnológicos en el mundo propusieran e implementaran soluciones para combatir la pandemia.
Evidentemente, destaca el desarrollo de al menos 40 investigaciones serias e independientes para el desarrollo de una vacuna para el SARS CoV 2, entre estas destacan cuatro fórmulas que integran la máxima experiencia humana en secuenciación y aislamiento genético de fragmentos del virus: Oxford-AstraZeneca, Moderna, Pfizer-BioNTech e Instituto Gamaleya (Sputnik V).
Otros trabajos no relacionados con desarrollo de vacunas se enfocaron en análisis de datos y modelado probabilístico, estudios clínicos del comportamiento de infectados, desarrollo de medicamentos, construcción de respiradores, diseño de textiles, sistemas de desinfección basados en luz UV, entre otros.
Sin ser aún cuantificada, en el mundo se ha realizado una inversión económica de emergencia en materia científica y tecnológica, con capital público y privado, sin precedente para tiempo de paz en un único proyecto: salvaguardar la salud de la población. Posiblemente, otras investigaciones vieron reducido su presupuesto y sus avances se verán atrasados por algún tiempo.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, en 2018 en el mundo se invirtió en promedio el 2.27 por ciento del PIB en investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación, con una tasa de crecimiento del 0.025 por ciento los últimos 6 años. Está claro, con la experiencia actual, que esta inversión es insuficiente para atender una emergencia mundial cuya solución sólo es posible con el desarrollo científico.
El SARS Cov 2 no es ni será el último evento que ponga en riesgo la vida humana y la supervivencia de la sociedad, en el futuro continuaremos enfrentando eventos catastróficos y para inhibir sus efectos será necesario contar con mayor infraestructura tecnológica y gran capacidad científica.
El mundo debe asumir el compromiso inmediato, a través de cada una de sus naciones, de realizar una mayor y significativa inversión económica en ciencia y tecnología pues, al final, el conocimiento y su aplicación es lo que ha permitido el desarrollo de la humanidad.
El futuro de la humanidad está en manos de la ciencia y la tecnología, pero requiere de los recursos económicos para su desarrollo.