Cuando, en nuestro día a día, un dolor o incomodidad nos viene del centro de nosotros mismos y es acompañado de una sensación de cansancio, de falta de concentración o de enojo sabemos que tenemos hambre; o cuando sentimos que nuestras energías flaquean y que nuestros ojos, en contra de nuestra voluntad, se nos cierran mientras, quizás, tenemos alucinaciones auditivas entendemos que tenemos sueño; o cuando estamos dormidos y repentinamente nuestro sueño se torna en una pesadilla, sentimos que nos asfixiamos y despertamos dando una gran bocanada de aire sabemos que dejamos de respirar y que nuestro cuerpo nos exige oxígeno. El dolor del centro se resuelve alimentándonos; el cansancio, durmiendo; y la apnea, respirando y esto no es porque esté escrito en algún manual de funcionamiento del cuerpo humano, sino porque es la ley natural bajo la que se rige nuestro organismo, así como los de otros tantos que comparten este mundo con nosotros. La ley natural siempre ha estado, es invariable, por ella la vida se sustenta y las fuerzas se equilibran. La ley natural es el gobierno invisible a que estamos sujetos.
Cuando vamos caminando en la calle y alguien nos roba nuestras pertenencias, cuando dos personas discuten hasta el grado de lastimarse o matarse, o cuando una persona que salió de casa no regresa nunca más, la vida diaria, más que apelar a la ley natural, recurre a la ley humana, cuya función es la de satisfacer, resolver, mediar y vigilar necesidades que a diferencia del hambre, del sueño o de la respiración, son artificiales. A este segundo tipo de leyes no las rige la naturaleza, sino el estado, organización política que se constituye por diferentes medios con el objetivo de garantizar la vida digna de sus representados, es decir, de los ciudadanos. Sin embargo, si bien podemos afirmar con seguridad que la ley natural siempre busca mantener a sus subordinados aferrados a la vida, ¿podemos decir lo mismo de la ley humana?, en pocas palabras, ¿el estado, cualquiera que éste sea, realmente garantiza la vida digna de sus gobernados? Y es que hoy podemos afirmar que estamos vivos gracias a que acatamos los mandatos de la ley natural, ¿pero podemos afirmar que vivimos con dignidad a pesar de que acatamos los mandatos del estado?
‘Dignidad’ significa ‘merecer’ y lo digno siempre es bueno en sí mismo, por el contrario, lo indigno es lo que se recibe, pero sin merecerlo, es decir lo malo. La vida digna es aquella en la que el bien está presente tanto de forma individual como colectiva, mientras que la vida indigna es lo contrario, aquella en donde lo bueno está presente sólo en lo individual, mientras que lo malo se disipa en lo colectivo. En otras palabras, la vida digna está alejada del crimen, de la violación de las leyes humanas, mientras que la vida indigna ocurre precisamente porque el crimen ha conseguido filtrarse en la vida colectiva, haciendo que aumente el número de víctimas y de victimarios. ¿Estamos seguros de que nuestra vida es digna? ¿Realmente el estado que actualmente nos gobierna ha cumplido con la ley humana y con la erradicación del crimen?
Los índices de violencia crecen preocupantemente todos los días. Personas salen de sus casas y nunca más regresan, infantes son secuestrados y obligados a prostituirse, los empleos mal remunerados van a la alza y las exigencias del estado para con sus gobernados se endurecen. ¿Son estas las características de una vida digna? Y hay más, la pobreza se recrudece como también lo hace el analfabetismo, y la salud social se agrava debido a los alimentos de baja calidad, a la mala calidad del aire y al exceso de desechos contaminantes. Que no nos demos cuenta de esto o que neguemos la realidad no anula la gravedad del daño, sin embargo, mientras haya rebaños confiando en los líderes políticos la conquista de la vida digna será difícil, sino es que imposible. La democracia ha fracasado, como también otros esquemas de gobierno centrados en la subordinación de sus gobernados. ¿Qué hacer? La anarquista Emma Goldman propone:
«Dicen que la anarquía es destrucción y violencia, ¿cómo va a saber el hombre ordinario, que el elemento más violento en la sociedad es la ignorancia, la cual justamente combate el anarquismo? El anarquismo combate al estado parásito, pero muchos no creen en el anarquismo porque se requiere menos esfuerzo mental para condenar, que para pensar. El anarquismo reta al hombre a pensar, a investigar, a analizar cada proposición. Para el anarquismo, todos los gobiernos descansan sobre la violencia y por lo tanto son equívocos, peligrosos e innecesarios. El anarquismo es la única filosofía que devuelve al hombre la consciencia de sí mismo. La religión, la propiedad privada y el gobierno representan el baluarte de la esclavitud del hombre. Lo que el estado da al mundo son solo cosas grises y asquerosas, y el hombre ordinario es muy débil para vivir, muy cobarde para morir. Todo gobierno es tiranía, su meta es la subordinación absoluta del individuo. La ley humana nunca hizo al hombre ni un poco más justo. En esta sociedad, los que trabajan no tienen nada, los que no trabajan lo tienen todo. El estado es el más grande criminal.»
Emma Goldman, conocida como ‘la mujer más peligrosa de América’, fue una de las anarquistas más destacadas del siglo pasado. Ella afirmaba que el crimen no era más que energía mal encaminada y que mientras las personas estuvieran viviendo una vida que aborrecen el crimen será inevitable. ¿Por qué las personas aborrecen su vida? Porque el estado es incapaz de garantizarles su dignidad. Para Goldman la solución está en la anarquía, misma que defiende en sendos artículos y que, lejos de ser ésta una manifestación de la ira humana, es un ejercicio de la razón cuyo único fin es la recuperación de la dignidad. Anarquismos, afirma Goldman, hay muchos, algunos son armados, otros, intelectuales, unos más se llevan a cabo de manera solitaria, pero siempre comprometida con el otro. «El anarquismo es la filosofía de la soberanía del individuo», dice Goldman, ¿por qué el estado nos hace creer lo contrario cuando es el estado mismo el que todos los días se nos muestra fallido y con un rostro de destrucción y violencia?
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