Han transcurrido mil 69 días desde que China informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre 27 pacientes en Wuhan que sufrían una extraña neumonía, que poco después paralizaría el mundo. Y la Unión Europea quiere que el mundo esté preparado para la próxima crisis sanitaria global.
A su lado, la responsable comunitaria de Asociaciones Internacionales, Jutta Urpilainen, agrega que la crisis de la COVID-19 nos ha enseñado «que las enfermedades no tienen fronteras».
Por eso, la Comisión Europea invertirá 4 mil 400 millones de euros hasta 2027 en salud a nivel nacional, regional y global, con gran parte del foco colocado en terceros países, pensando sobre todo en África y Latinoamérica.
El «nuevo enfoque» sanitario de Bruselas, que pretende sentar los pilares para una década de acción internacional, destaca la «importancia en tener soluciones globales (…) no sólo para lidiar con la crisis cuando ocurre, sino también para preparase para crisis futuras».
Esto pasa, explican las comisarias, por «llevar la salud a la primera línea de las relaciones bilaterales y multilaterales de la UE», reforzar y financiar mejor la OMS y seguir desarrollando la Autoridad de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA), una agencia para prevenir, detectar y responder rápidamente ante emergencias sanitarias que «sólo existe desde hace un año, pero ya vemos su valor global.
The #EUGlobalHealthStrategy is Europe’s agenda for 🌍 health action for the next 10 years.
— Stella Kyriakides (@SKyriakidesEU) November 30, 2022
The #COVID19 pandemic has shown that viruses know no borders. The health of citizens is linked around the world.
This means we must be ready to tackle the next crisis united and together. pic.twitter.com/3sddZe3AkM
Kyriakides es una psicóloga clínica chipriota de 66 años que ha pilotado el área de salud de la Comisión Europea durante la crisis sanitaria más importante de Europa, y que está convencida de que «los ciudadanos entienden bien por qué tenemos que mirar fuera de la Unión Europea».
El primer ejemplo práctico de esta estrategia comunitaria será facilitar que Ruanda pueda producir en 2023 «vacunas para la COVID-19 producidas en África para africanos», gracias a la colaboración con grandes farmacéuticas y países como Bélgica o Alemania. Seguirán otros, anticipan las comisarias.
A raíz de la pandemia de coronavirus, cuando la salud se convirtió en la primera preocupación de unas instituciones y una ciudadanía estupefacta ante los radicales cambios que se imponían vertiginosamente por todo el planeta, desde confinamientos hasta cierre de fronteras o mascarillas obligatorias, Bruselas ha reforzado todos sus enfoques en el área sanitaria.
Ha creado la citada HERA, pero también dotando de más capacidades a la Agencia Europea del Medicamento (EMA) o al Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDE) y ha desarrollado una estrategia para ser más eficientes en la lucha contra el cáncer.
Pero justo cuando aquel virus empezaba a dar un respiro, amansado por un esfuerzo de vacunación sin precedentes y por variantes menos virulentas del Sars-CoV-2, en el momento en que las sociedades empezaban a descongelarse y volvía la vieja normalidad, surgió una nueva crisis histórica: Rusia invadió Ucrania. Y de pronto ganaron relevancia áreas como la seguridad energética o la defensa.
Javier Albisu / EFE